Capítulo 25

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Issia

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Issia

Acababa de descubrir que después de una crisis, ver películas como Los desastres de Rose*, no era la mejor idea del mundo. Pero tampoco iba a quitarla, no cuando Patrick había desocupado su agenda para poder tener una noche de películas conmigo. Ayer ya no pudimos hacer nada, yo regresé tarde del departamento de Collins y se podía decir que lo único que quería era dormir.

—Si vas a estar con la mirada pérdida, mejor hacemos otra cosa —expresó Cameron con voz demandante.

No lo había mencionado, ella también se unió a nuestra noche de películas.

—Y si mejor te largas a la biblioteca —respondió tajante Patrick, asomando su cabeza por sobre mi hombro, para reprocharle.

Había que admitir que mi mejor amigo no estaba feliz con la idea de ella acompañándonos.

—Yo venía a convivir con mi mejor amiga, no contigo, intento de médico.

—Está es mi casa, por si lo olvidas. Y yo también tenía planeado pasar tiempo con MI mejor amiga, sin ninguna psicópata a nuestro lado.

Los detuve en cuanto ambos comenzaron a acercar cada vez más su cabeza sobre mi cuerpo, dejándome como lo único que evitaba que se estuvieran golpeando.

¡Detestaba tanto cuando se comportaban como idiotas!

—¡Ya basta los dos! Si siguen así mejor me voy a...

—Ni se te ocurra decir que vas con Collins —gritaron los dos al mismo tiempo.

Al menos en algo si se ponían de acuerdo.

No me digne a tomarme el tiempo en responder, o negar tal afirmación. La verdad es que planeaba encerrarme en mi habitación, pero lo que ellos proponían tampoco se escuchaba tan mal. Aunque por una parte no quería hacerlo, aún sentía que Collins estaba conmigo por puro compromiso y no porqué quisiera. Se que era estúpido, pero no podía dejar de ser insegura de un día para otro.

La misma vida me enseño que no importa que tan esplendoroso se vea el empaque de un obsequio, eso no significa que el contenido sea igual de asombroso.

Tuve que soportar los gruñidos de mis mejores amigos por otros diez minutos, hasta que el timbre anunciando a alguien, nos hizo voltear la cabeza hacía la entrada. Los observé indecisos y otro tanto aún enfadados por lo que sucedió hace pocos minutos, así que para evitar cualquier otra discusión decidí que lo mejor era levantarme yo para descubrir quien osaba buscarnos tan tarde (eran más de las diez). Y de no ser porque tenía la leve sospecha de quien se trataba, no me hubiera animado a acercarme.

Hubiese querido decir que sonreí como idiota al ver parado a Collins frente a mí, en cambio no pude evitar mi cara de asombro y temor. 

  —¡Dios! ¡¿Qué te paso?!—investigué alarmada; y sin poder contenerme, me acerqué para tocar su rostro. Estaba lleno de moretones, hinchado, su labio inferior estaba reventado, y aún había rastro de sangre cerca de las heridas. Por no hablar de su ropa hecha un desastre.

Hasta que lo olvideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora