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Issia
—Ese día planeo dejarte al desnudo, en varios sentidos.
Esas palabras fueron suficientes para que le lanzara un golpe en el hombro, lo cual lo hizo retroceder y lanzar una pequeña risa.
De todo lo que dijo durante la noche, eso definitivamente había sido lo peor, claro que no negaba que solo me hacía sentir incomoda porque una parte de mí imaginaba como sería una declaración suya.
Si eso solo eran palabras, no quería imaginar tal cosa. Incluso creo que yo misma me dejaría al desnudo...
No en un mal sentido.
Mientras subía el elevador hacia el departamento, no podía hacer más que pensar en él, en sus manos sobre mi rostro, en su voz, en su mirada, en lo electrificante de sus palabras. En todo. No podía sacarlo de mi mente, sin embargo tenía que ser sincera al decir que cuando dijo que quería protegerme, cuando me vio en esa faceta tan vulnerable y no huyó, me dejé vencer, me dejé caer por él. Pero en cuanto cerré los ojos, ya no era Collins quien estaba allí, era Marcus.
Era aquel rubio de ojos verdes. Era ese chico que estuvo conmigo desde que tenía memoria, era quien me levantó más veces de las que puedo imaginar e incluso me cargó cuando me rehusé a continuar. Eran sus manos las que me tocaban, era su voz la que me reconfortaba, era él diciendo nuevamente que me amaba.
«No puedes tener el descaro de compararlos» Susurró mi mente, lo que me hizo volver al presente, volver a la realidad. Una en la que un chico distinto quería cargar en su espalda con mis problemas.
Y eso me hacía sentir afortunada y estúpida al mismo tiempo, porque de pronto todos querían hacerme ser fuerte pero sin darse cuenta también me hacían débil, me hacían dependientes de su apoyo y de su compañía.
(...)
—¿Por qué no puedo dejar de pensar en ti?
Esas palabras, cada una de sus palabras, cada frase; todo se estaba repitiendo sin cesar en mi mente y al mismo tiempo, me hacían sentir un zoológico completo en el estómago. De tan solo recordar su cercanía, la manera en que su corazón parecía palpitar al compás del mío. Todo se arremolinaba en mí, todo se revivía y eso solo provocaba que quisiera mandar al diablo sus palabras y lanzarme a sus labios.
Pero él tenía razón, él no mentía al decir que mientras más difícil fuera esto sería mejor. O al menos de eso me quería convencer para no volverme completamente loca, para poder mantener mi postura. Para no robarle un beso cuando nos despedimos, para no tirarme a sus brazos cuando me propuso que saliéramos mañana a almorzar, con esa voz suya tan profunda y coqueta, con esa sonrisa ladina en su rostro y con lo penetrante de su mirada azul.
Sonreí como idiota por su discurso, por esas frases que parecían sacadas de un libro, por sus acciones, por la manera tan peculiar de cortejar. ¿Qué había hecho bien para encontrarlo en mi camino?
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Hasta que lo olvide
RomanceIssia está rota. Acomplejada a las desgracias y la oscuridad, pero no es hasta que lo conoce a él, que al fin presencia lo que se siente ser derrotada. Luego de años de vivir sumida en medicamentos y clínicas para tratar con todos los traumas psicol...