Capítulo 38

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Issia

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Issia

— ¿Te das cuenta de lo mal que se ve esto? —susurró Collins con una sonrisa de lado. Los dos nos manteníamos en la misma posición, y tenía tanta razón. En verdad se podía malinterpretar la situación.

—Por suerte nadie nos está viendo —recité en voz baja, mientras meneaba mi cabeza, provocando que algunos mechones pasaran rozando su rostro. Sabía que eso le causaría cosquillas; era una clase de venganza hacía lo que él hizo antes.

Su risa invadía mi conducto auditivo y sanaba los pedazos rotos de mi alma.

Nada arruinaría éste momento...

— ¡Issia!... ¿A qué no adivinas a q...? —abrí mis ojos a más no poder.

— ¡Mierda! —gritamos Patrick y yo al mismo tiempo.

Intenté levantarme del impacto de ver a mi mejor amigo parado en el umbral de la puerta de mi habitación, observándonos con ojos aniquiladores a ambos. Collins hizo lo mismo, pero de lo rápido de nuestros movimientos, terminamos cayendo al suelo, además de ganarnos un buen golpe.

— ¡Ay, Dios! ¡¿Por qué no ponen el pestillo en la puerta si van a hacer sus cochinadas?! —Reclamó Patrick, cubriendo sus ojos con una de sus manos—. Díganme que al menos ya se cubrieron sus partes...

— ¡Patrick! —grité con frustración—. ¿Por qué no tocas la puerta?

Aún sin levantarme, le lancé una mirada completamente aniquiladora, a lo que él respondió con un levantamiento de hombros, sin quitar la mano de sus ojos.

—Porque no sabía que en mi ausencia usabas el departamento de motel.

— ¡Patrick! —exclamé está vez acompañada de Collins, quien aún sobaba su cabeza, y veía al susodicho con desconcierto.

—Confíe en ti, Collins —bufó molesto mi mejor amigo—. Al menos díganme que estaban usando un condón.

—No hacíamos nada —respondió un poco más sereno el chico de ojos azules, mientras se levantaba de su lugar y me tendía la mano para ayudarme a hacer lo mismo.

— ¿Acaso me van a decir que la posición en que los encontré era de yoga?

— ¡Ya, Patrick! Mi vida sexual tampoco es algo que te incumba, además este departamento también es mío —le recordé con dureza, caminando hacia él, hasta conseguir tomar su antebrazo y con esto, bajar la mano de sus ojos—. Pero de cualquier forma, Collins y yo no estábamos haciendo nada... al menos no aún.

Escuché el carraspeó de garganta de Collins detrás mío, seguramente analizando el cambio en la frase que dije.

De inmediato comencé a negar, aunque sabía que era tarde, por suerte Collins llegó en mi rescate.

—Puedes estar tranquilo, Patrick. Issia y yo no hacíamos nada.

—Cómo digan, yo sólo venía a pasarle una llamada a Issia —Desconcertada, elevé una ceja—. Lo lamento, tía Eleonor, ahora le paso a su sobrina —Sonrió con malicia, mientras me pasaba su celular. Después de esto más le valía correr porque iba a matarlo.

Hasta que lo olvideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora