Capítulo 26

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Collins

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Collins

Con el pasar del tiempo, aceptar mis sentimientos por Issia era cada vez más fuerte y más fácil. Yo no tenía dudas, pero algunas veces sentía que ella sí. Quizás me estaba volviendo loco, pero incluso llegué a sentir que ella se encontraba en otro lugar cuando yo la tenía entre mis brazos.

Como aquella noche hace dos semanas —cuando regresé del bar, lleno de golpes causados por volver a provocar a Tayler, después de que este  saliera de la sala privada en que estábamos—. Pude sentir el fervor con el que Issia me besó, sin embargo no sentía que toda esa explosión de sentimientos fuese por mí.

Aquel día no le tomé importancia y me sentía bien de esa decisión, porque de haber hecho lo contrario, quizás no hubiera pasado estos últimos días a su lado.

Era inimaginable la avalancha de emociones que albergaban mi ser con el simple hecho de poder besarla cada noche, de poder abrazarla y verla sonreír mientras caminábamos por la calle, por los pasillos del edificio, o incluso, mientras viajábamos en mi auto para ir a su universidad o para ir a comer.

A lo mejor nos estábamos convirtiendo en esa clase de parejas que pasan todo el tiempo libre juntos, pero se sentía tan bien que no había porqué detenerlo; de igual forma, ambos teníamos en claro que era una etapa común en cualquier relación nueva, y que era probable en algún momento se nos pasaría.

Inclusive ella me acompañaba al bar cuando iba a apostar. La primera vez tuve miedo, porque presentía que Tayler estaría acechandonos una vez pusieramos un pie en ese lugar, sin embargo, gracias a un desfalco en la empresa Lambert y asociados, de la cual los Hill eran accionistas mayoritarios, el hijo de papi tuvo que viajar hasta San Francisco California para ayudar a su familia y los demas socios, dentro de este robo. No habíamos sabido de él desde entonces y esperábamos porque no volviera a molestar en nuestra vida. Así que por el momento, se podía decir que nuestra relación no podría estar mejor.

Claro que también teníamos en cuenta que debíamos estar unidos para evitar que el regreso de ese prepotente, arruinara nuestra burbuja de felicidad.

Por otro lado, los problemas tampoco eran algo que pudiese evitar en mi vida, pues hace pocos días Luisa me dio una de las peores noticias de todas: Dakota ya estaba en Washington. Si bien yo sabía que entre ella y yo, ya no podría haber nada jamás, eso no quitaba el hecho de que posiblemente vendría a buscarme para intentar reparar lo que ella misma destruyó.

Eso lo tenía más que claro y seguro.

Lo peor de todo, es que aún no encontraba la forma de decirle todo esto a mi muñeca de ojos ambarinos. No quería guardarle secretos, pero algo en mí gritaba que quizás no era necesario contar esa parte de mi pasado.

Si Dakota quería buscarme y hablar, lo haría, pero no permitiría que se acercará a la nueva dueña de mi corazón, conocía lo mala que podía llegar a ser y dar más razones a Issia para ser débil e insegura de sí misma, no era algo que fuese a aceptar.

Hasta que lo olvideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora