Capítulo 27

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Issia

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Issia

Mi rostro era un completo peoma. Sentía como si un zumbido hubiese llegado a mis oídos después de tales palabras salidas de los labios de la chica rubia.

¿Collins había estado comprometido? ¿Iba a casarse y jamás lo mencionó? ¿Por qué omitir algo tan importante?

—¿Por qué esa cara? ¿Acaso él no te dijo nada? —No. Eso estuve por decir, pero ella fue más rápida en leer mi reacción—. Debí suponerlo, él no querría que tuvieras dudas.

Se dio la vuelta y volvió a retomar su tarea en caminar por el departamento como si fuera suyo. La seguí sin entender nada.

—¿Dudas?

—Si. ¿O preferirías que él hubiera dicho que aún me espera?

Esa pregunta capciosa me dejó helada. ¿Acaso está chica estaba diciendo la verdad?

—Sólo eres una distracción, linda —Ambas nos detuvimos, en cuanto dijo aquello—. ¿No te diste cuenta? Jay es todo un hombre y tú pareces una colegiala. Son de mundos tan distintos que es casi imposible que puedan estar juntos— Su mirada de desprecio me recorrió por completo.

Mi parte débil comenzó a formar mil y un ideas en mí, pero me di a la tarea de dar un respiro y mantener la cabeza en alto. Ella no podía afirmar algo así, si Collins no lo decía, era por algo. Y ese algo no era para perjudicarme.

—Eso no es cierto. Collins y yo estamos enamorados —aseguré. Mi voz era temerosa, a pesar de lo fuerte que había sido esa oración.

No había dicho nunca en voz alta lo que había entre los dos, y aunque sabía que era cierto, la mirada de la chica frente a mí, me hizo dudarlo.

—Enamorarse y amar a alguien, es completamente distinto. Piensa en eso la próxima vez, porque a ti acaba de conocerte y conmigo ya tiene toda una historia.

—Una historia que ha llegado a su fin.

—Tú no puedes asegurar eso. Ni siquiera Jay puede.

Estuve a punto de refutar sus palabras, cuando sus ojos dejaron de enfocar mi rostro y una nueva sonrisa diabólica invadió sus labios.

—Te dije que esperarás en la entrada — La voz de Collins llegó como un balde de agua fría sobre mi cuerpo. Me giré buscando una explicación o al menos una sonrisa genuina, de esas que me brindaban seguridad; sin embargo esta vez a penas y me observó—. ¡Dakota! —la llamó en cuanto ella parecía inmutarse de dejar el departamento.

—¿Está no es suficiente prueba? —susurró la rubia, en cuanto paso a mi lado.

—¿Collins? —llamé, esperando porque me dijera algo. Dakota llegó a su lado y se digno a sonreírme con vanidad.

—Lo siento, Issia — Su voz fue dura y eso me dolió, pero no tanto como verlo irse con ella y dejarme a mí como una tonta parada frente a la puerta cerrada de un apartamento vacío.

Hasta que lo olvideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora