Narra Zac.
No comprendo en que momento dejé de cuidar a mi hermana. Era la persona con la cual había crecido, la única que siempre estaría ahí para apoyarme. Pero todo cambio el día en que intenté abrirle los ojos, quería hacerle ver la realidad. Tenía el presentimiento, siempre sentí que la vida perfecta no duraría demasiado. Por eso me fui, porque no encajaba en todo eso y porque no soportaba absolutamente nada de Víctor. Debí llevar a Lenna conmigo aquel día, debería haberla obligado antes que arriesgarme a dejarla sufrir. Sin embargo, ya todo estaba hecho. Víctor se había atrevido a tocarla e iba a pagarlo caro, muy caro. Un día prometí cuidar a mi madre y a mi hermana, juré que nadie las lastimaría, y cumpliría con eso. Le haría entender de cualquier forma que no se acercara otra vez a Lenna. Cuando salí del departamento, tenía la furia a flor de piel. No podía pensar en el perdón, ni en las conversaciones profundas, solamente quería correr a destrozar al hombre que había arruinado nuestras vidas. Subí rápidamente a mi auto, pero antes de que pudiera arrancar mi mejor amigo apareció para impedirme aquella acción. Se subió, sentándose en el asiento de acompañante, con la intención de detenerme.
— ¿A dónde vas?— preguntó, como si no me conociera.
—Tengo que resolver un asunto pendiente. ¡Te dije que te quedes!
—No sigo tus ordenes, ya lo sabes— oh genial, ahora mi amigo quería ser gracioso. Le lancé una mirada matadora y me aboqué a conducir el auto. Arranqué a toda velocidad, como si realmente estuviera loco. Por suerte no era así, porque aún tenía la capacidad de seguir controlando mi ira. Recordaba exactamente donde vivía, mi antigua casa, en la cual viví parte de mi adolescencia. Y ahora, con veintitrés años, regresaba.
Me detuve justo cuando estuve frente a mi viejo "hogar." Bajé del auto olvidando que Sam también estaba ahí, y caminé directo a la puerta. En lo único que pensaba era en cómo iba a romperle la cara a Víctor en cuanto me abriera. Toqué con tranquilidad, no quería alarmarlo. Esperé un minuto, dos, cinco, pero nada. De a momentos giraba para ver a mi mejor amigo observando expectante. Sabía que quería bajar, pero me estaba dando espacio. Debía hacer esto solo. Volví a tocar y nuevamente espere aún más. En un momento apoyé mi oído en la puerta y pude oír como si alguien realmente estuviera dentro de la casa. Se oían ciertos ruidos, en fin, era obvio que estaba ahí dentro pero no quería atenderme. Me sentí furioso. ¿Cómo podía estar en su casa tan tranquilo después de todo lo que le había hecho a mi hermana? Maldito hijo de perra. Si era necesario, le tiraría la casa abajo. Pero no pararía hasta romperle los huesos, uno por uno. Guiado por mis agresivos impulsos, comencé a golpear la puerta con fuerzas, incluso las ventanas mientras le gritaba.
— ¡Mierda! ¡ABRE LA MALDITA PUERTA! ¿POR QUÉ NO ME GOLPEAS A MÍ SI TAN HOMBRE TE CREES? ¡MIERDA, ABRE DE UNA VEZ! ¡NO SEAS TAN COBARDE! — gritaba una y otra vez, tratando de tirar la puerta abajo, lo cual era inútil recordando que por dentro tenía más de una traba y era de madera fuerte. Estaba agitado, tenía la respiración acelerada sintiendo que no podría soportar un minuto más conteniendo toda la bronca que tenía. Como último intento, tiré todo el peso de mi cuerpo sobre la puerta, pero continuó cerrada, sin abrirse. En ese momento apareció Sam, quién me tomó los hombros por detrás, impidiendo que siguiera haciendo tal escándalo.
—Ya es suficiente Zac, detente— ¿detenerme? Él no entendía. Yo tenía que hacer eso.
—Tengo que matar a este tipo. No me iré de aquí sin haberle roto la cara en mil pedazos— traté de zafarme de su agarre.
—Solo piensa que... — no tenía idea de lo que iba a decirme, seguro pensaba en retarme, por eso lo interrumpí. Quité sus brazos de encima y lo miré.
— ¡NO ENTIENDES! ¡TU NO LO ENTIENDES! Deje a mi hermana sola con este tipo ¿YA VISTE COMO ESTABA?— en aquel instante me dominaba una terrible impotencia. Tenía la imagen de Lenna lastimada y eso alimentaba mi ira. Cuando aún estábamos en mi casa no quise seguir mirándola, porque me asustaba de mis propias reacciones, tenía miedo de hacer algo muy grave contra Víctor. — ¿Quieres que me quede parado sin hacer nada? ¡NO DEJARÉ QUE SIGA SU VIDA COMO SI NADA! Y pensar que todo es mi culpa, mi maldita culpa por ser tan... por dejarla sola cuando más me necesitaba— me senté en el piso con ambas manos en mi cabeza. Que imbécil fui.
ESTÁS LEYENDO
My wonderwall.
ActionLa inocente y dulce Lenna, logra escapar de las garras de su padrastro tras seis meses de encierro y privada de su libertad. Golpeada y herida, consigue llegar por sus propios medios hasta el departamento de su hermano mayor, con quién hace tiempo h...