Capítulo 20.

86.2K 4.7K 308
                                    

Narra Lenna.

El estuche con pastillas quedó guardado dentro de uno de los bolsos. La caja musical de mi madre, también. Pero Dios, lo que acababa de descubrir me dejó en shock, no podía procesarlo, ni si quiera entenderlo. Para mí era mentira. ¿Qué...? ¿Como...? ¿Cómo logró esconder tantas cosas? Mi corazón latía con rapidez, esta vez no era por miedo, sino por bronca. ¡Yo confié en ese hombre! ¡Mi madre lo hizo, lo hizo ciegamente! No entendía porque tuvo la necesidad de arruinarnos la vida ¿por qué a nosotros? Quizás se había quedado con ciertas pertenencias económicas de mi mamá pero... ¿Eso podía hacerlo sentir completo? Tal vez mi inocencia siempre fue demasiado grande y jamás me dejó ver la realidad. Siempre fui una niña que creía en las historias de amor verdadero y los finales felices, siempre creí que los buenos ganan y los malos pierden, pero que al final con un "perdón" alcanza y que todos pueden ser amigos. Pero de repente mi realidad me hacía abrir los ojos, mostrándome que el amor se puede fingir, que la felicidad es momentánea y que los malos logran ganar a través de mentiras y engaños, pero al final y al cabo, lo hacen, ellos ganan llevándose un falso honor. La realidad me golpeaba incluso más fuerte que los golpes de Víctor. No quería creer en todo eso, pero si lo negaba, me agobiaba. Iba a ahogarme en un mundo de mentiras y no quería. Por primera vez entendía que debía afrontar y asumir la triste realidad. Ya no era una niña.

Solo venía por mis cosas y resulta que además de llevarme eso, me llevaba un enorme secreto que pesaba más que cualquier otra cosa en el mundo. Salimos del mismo modo que entramos, con tranquilidad porque en la casa no había nadie y por fortuna, nadie apareció mientras estábamos dentro. La motocicleta de Sam transitó una larga ruta que nos llevó hasta un descampado alejado de la ciudad. Según él, ahí había paz. Y ojala la hubiera, porque yo la necesitaba. Se detuvo y bajamos allí, dejando los bolsos alrededor del vehículo.

— ¿Qué haré? ¿Qué haré con lo que acabo de encontrar? Acabo de meterme en un gran problema— por un lado, hubiera preferido jamás saberlo. Así vivirá un poco más tranquila ¿cierto? Aunque bueno, entre mentiras.

—Lenna, no sabemos si es cierto.

—Víctor es capaz de eso y mucho más.

—Pero no creo que esté bien confirmarlo sabiendo tan poco. Mandaremos lo que encontramos a analizar, conozco gente que puede ayudar. Pero mientras tanto, mantén la calma.

—Me quiero morir— dije, sincera. —Esto me está cansando, es demasiado para mí— caí al suelo de rodillas, tomando la cabeza entre mis manos. Todo me ahogaba. Percibí a Sam ponerse a mi altura y buscarme para atraparme entre sus brazos.

—Te diré algo. La verdad puede ser muy dolorosa, pero es lo único que te dará tranquilidad— acarició mi cabello, abrazándome con fuerzas. Deseé que nunca me soltara, porque sus brazos eran el lugar más cálido que mi cuerpo conocía.

Narra Zac

Las presentaciones de la banda siempre eran una locura. Al principio lo hacíamos entre amigos, pero con el paso del tiempo fue sumándose gente y pasaron de ser cincuenta a ser cien las personas que iban a escucharnos y cada día el número parecía aumentar. La mejor parte, luego de tocar, era la cantidad de gente que se acercaba para felicitarnos, siendo chicas la gran mayoría. ¿Para qué mentir? Disfrutábamos de ese pequeño beneficio, todos lo hacíamos. Era como una distracción, en especial para mí, que no podía dejar de pensar nunca en todos mis problemas familiares, excepto cuando tocábamos, ahí realmente olvidaba todo. Me di cuenta que estando con chicas seguía distrayéndome, y como era fin de semana, me fui con una de ellas. Solía llevarlas a mi apartamento, pero desde que está Lenna no puedo hacerlo. Así que acepté ir al de ella y estuvimos ahí toda una noche y la mitad del día siguiente.

My wonderwall.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora