Narra Lenna.
Los días que siguieron luego de la captura de Victor fueron extraños, raros. El padre de Sam se entregó a los pocos días de lo sucedido y presentó pruebas contundentes. Según nuestro abogado, Victor no se salvaría de al menos, treinta años en la cárcel. Estafas, prostíbulos ilegales, trata de personas, violencia en todas sus formas y homicidios culposos eran las causas que aparecían en su carátula. Me preparaba para ir a declarar, mientras rogaba que se hiciera justicia. Esperaba que Victor no tuviera algún haz bajo la manga y como cualquier asesino y psicópata, fuera juzgado y cumpliera su condena como debía. El corazón me latía con fuerzas y me sentía sumamente insegura en todos los aspectos. Seguía sintiéndome culpable, por cada cosa que se cruzaba en mi mente. El día en que Jack confesó y se entregó, el semblante de Sam cambió. Yo sé que intentaba demostrarme que para él todo estaba bien, pero yo percibía cuanto le dolía, porque al fin y al cabo, era su padre. Y aunque no lo fuera, sentía que tenía parte de la responsabilidad de aquello. Cuando apenas se enteró, lo abracé por instinto. Traté de distraerlo y hacerlo sonreír, como él siempre lo hacía conmigo. Junto con mi hermano, pedimos pizzas y conversamos gran parte de la noche, como solíamos hacer en los viejos tiempos. Hablamos de la banda, de su música. A pesar de que por cuestiones obvias todo en el grupo estaba parado, la propuesta de la discográfica para grabar un disco seguía en pie. Y luego de eso se vendría otra gira, por más lugares. Mientras platicábamos sobre eso veía como un brillo se encendía en sus ojos, brillaba la ilusión de dedicarse a eso que tanto amaba. Pero la tristeza que se reflejaba en sus pupilas se encargaba de hacer desaparecer toda la luz.
***
Me preparaba para ir a declarar aquella mañana. Peinaba mi cabello, ponía algo de maquillaje en mi cara, no demasiado porque estaba segura de que terminaría llorando. Observé mi reflejo en el espejo de la habitación que en un principio, pertenecía a mi hermano. La primera vez que lo hice mi cuerpo estaba repleto de golpes, de heridas que se notaban a simple vista. Ahora solo había cicatrices. Respiré hondo, como siempre lo hacía cada vez que necesitaba hallar una pizca de coraje y valentía por algún rincón de mis adentros. Pero eso que tanto buscaba, escaseaba. Se había gastado, no encontré ni si quiera una minoría. Me di cuenta porque tan solo me causaba pánico abrir la puerta de la habitación. Quería quedarme encerrada allí por el resto de mi vida, era eso lo que sentía en ese momento. Resignada a marcharme, me senté en la cama, inmóvil. Dejé pasar el tiempo. Estaba esperando abajo mi hermano, pero no me importó. De pronto no estaba dispuesta a compartir mi testimonio con personas ajenas, ya no deseaba que nadie más invadiera mi intimidad. Era tan contradictorio, porque mis palabras ayudarían a conseguir lo que más deseaba, Victor preso. Pero mi temor a oír todo lo que había vivido en voz alta, era enorme.
Otra vez mi cabeza era un desastre. La sensación de ahogo llegó al surgir la idea de todos aquellos recuerdos de repente me aplastaban hasta dejarme sin aire.
Oí que tocaban la puerta, pero no reaccioné.
—Lenna, ya tenemos que irnos. ¿Estás lista?— reconocí la voz de Zac. No contesté, no podía hacerlo. — ¿Estás ahí? ¿Puedo pasar?— cuestionó. Tampoco conseguí que las palabras salieran de mi boca. Segundos después, él entró. Solo él, Sam ya se había marchado antes porque debía hacer otros trámites familiares. Zac me vio respirando con velocidad, entrando en un gran pánico y su expresión cambio en un parpadeo. —Lenna ¿Qué te ocurre? Vamos, cálmate— se arrodilló a mi altura, tomándome de los hombros y obligándome a entrar en razón. Lo miré fijo aún en shock. — ¿Qué pasa Lenna? Me estás asustando— volvió a indagar y entonces, traté de controlar la respiración.
—No quiero ir, Zac. No quiero salir de aquí— revelé, angustiada. —Quiero a mamá— pedí, como una niña pequeña. Pero era cierto, necesitaba a mi madre más que nunca. —¿¡Por qué tuvo que morirse!?— exclamé, con furia. Empecé a llorar desconsolada, primer signo de que estaba más débil que nunca. —Nada es suficiente, nada nunca será suficiente Zac, nada— oculté el rostro entre mis manos. —El constante miedo nunca va a irse, tengo miedo a todo lo que se mueve, no puedo dormir cinco horas seguidas sin despertarme unas tres veces, la oscuridad me da pánico y desconfió de cada persona desconocida que me habla porque pienso que va a lastimarme. Ni si quiera he vuelto a hablar con mis amigos porque ya ni si quiera confío en ellos— resoplé, frustrada, cansada, agotada por todo. — ¿Cómo voy a vivir una vida normal cargando con tantas cosas, eh? Tengo dieciocho años, quiero dedicarme a algo, salir, lo que sea, como cualquiera de mi edad, pero no puedo ¿lo entiendes? No puedo, no encuentro fuerzas. Y no quiero ser una carga para nadie, lo que yo necesito es... es valerme por mi misma, Zac— expresé colmada de sinceridad. Mi hermano no perdió atención a mis palabras y tomó mi mano con fuerzas. Sabía que mi reciente desahogo lo había paralizado.
![](https://img.wattpad.com/cover/19643131-288-k870506.jpg)
ESTÁS LEYENDO
My wonderwall.
ActionLa inocente y dulce Lenna, logra escapar de las garras de su padrastro tras seis meses de encierro y privada de su libertad. Golpeada y herida, consigue llegar por sus propios medios hasta el departamento de su hermano mayor, con quién hace tiempo h...