Capítulo 26.

85K 4.9K 775
                                        


    Narra Lenna

La casa había quedado repleta de un extraño clima luego de regresar con los horribles resultados. Mi hermano prácticamente obligo a Sam a que fuera a hablar con su padre, así que solo quedamos los dos en el departamento. El sol empezaba a bajar, llegaba la noche, la oscuridad. Me sentía como una pieza inútil e inservible, porque los chicos se ocupaban de todo y yo simplemente estaba ahí "haciéndome a un lado", como Zac lo indicaba. A veces sueño con ser yo quién le da su merecido a Victor. No es que mi mente se esté volviendo oscura... pero a veces simplemente lo pienso, lo imagino y sé que se sentiría demasiado bien verlo tras las rejas. En realidad, sería algo así como un gran alivio para todos. Poder caminar por la ciudad sin preocupación, sin sentirme perseguida todo el tiempo sería como renacer en un parpadeo. Lo sueño y espero a que algún día sea realidad. También he pensado en mudarme del país, en irme afuera a cualquier otro lugar muy muy lejos donde Victor nunca pueda encontrarme. Incluso iría a la Luna, o a donde sea, pero me encantaría poder pasar un día sin tener que pensar si hay alguien tras mi espalda.

Me quedé en el balcón viendo pasar el tiempo. No tenía otra cosa más entretenida para hacer.

Cuando quise regresar en busca de algo para comer, lo vi a Zac de espaldas en el sofá.

Me acerqué a él sin dudarlo, porque no tardé un segundo percibir que algo estaba muy mal en él. Cuando me senté a su lado, me di cuenta que tenía la mirada fija en algún punto invisible, pero ni si quiera se molestó en verme, ni en pedirme que me alejara. Simplemente siguió intacto, de la misma forma.

— ¿Estás bien?— pregunté, posando una mano en su hombro. Tardó unos segundos en reaccionar. Primero bajo la mirada hacia sus piernas y luego, negó con la cabeza. Creo que su sinceridad se debía a que yo lo conocía demasiado bien y no lograría mentirme, ni convencerme de lo contrario. Lo rodeé con mis brazos, abrazándolo con fuerzas. Zac bajó su cabeza y se quedó inmóvil ante mi repentino abrazo. Percibí algunas lágrimas en su rostro que trataba ocultar, y sentí como se estrujaba mi corazón. Me rompí al verlo así, tan mal. Mis ojos también amenazaban, comenzando a cristalizarse pero me contuve porque era yo quién debía ser fuerte en ese momento.  Su pecho acelerado subía y bajaba, luchando por regularizar su respiración.

Lo abracé aún más fuerte. Cerré mis ojos y me quedé de esa forma.

Nunca habíamos tenido el tiempo merecido para pasar juntos por el duelo de perder a nuestra madre. Nos separamos apenas ella murió y creo que él jamás logró descargarse del todo con respecto a esa perdida. Yo tampoco había logrado hacerlo.

—Tonto— murmuré, con cierta gracia. —Ya deja de llorar que me harás llorar a mí— agregué, con la intención de destruir el agobiante clima melancólico y triste que se había generado. Suspiré, dejando salir una risilla. Prefería recordar alguna anécdota graciosa, a seguir llorando por cosas que lamentablemente ya no podíamos cambiar.

—Lo siento— pronunció con la voz afectada, no sonaba tan firme y seguro como de costumbre. Sonreí apenas mientras le sequé algunas lágrimas. No tenía que disculparse, no conmigo. Al contrario, era yo quién le debía un millón de disculpas. Sabía que le costaba demasiado dejar de ocultar que era vulnerable como cualquier persona, así que prefería no hacer pregunta, solo dejar que el hablase cuando lo creyera necesario. Pero al parecer, no tenía mucho para decir. Solo dejo un beso en mi frente y me abrazó, otra vez.

***

—Ellos son Lenna y Zac— indicó Sam.

—Chicos, este es mi padre— presentó al hombre que venía a su lado con uniforme de policía.

My wonderwall.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora