Capítulo 45.

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Narra Lenna

Si no fuera por Sam, no podría ver más allá de toda la oscuridad que me rodeaba. Para ser sincera, sentía que no podía mantenerme en pie y no necesariamente por la herida en mi pierna, sino por el gran peso de la culpa que yo misma me había asignado, era como tenerlo cargado tras mi espalda todo el maldito tiempo. Cuando Sam me contó sobre el estado de Zachary, solo quise creer que se trataba de una pesadilla, de la cual despertaría muy pronto. Pero no fue así. Y no entendía, no entendía como todo se desmoronó de aquella forma tan terrible. El destino nos había hecho creer que las cosas empezaban a mejorar, y en cuanto nos distrajimos se encargó de sorprendernos con una jugada en contra nuestro. Ni si quiera comprendía como mi cuerpo y mi alma conseguían seguir resistiendo.

Se suponía que íbamos a ver a Zac, pero en el momento en que quise salir hacia allí, abrí la puerta y me encontré con que la sala de espera estaba minada por un grupo de tres o cuatro policías. Me causó pánico, incluso escalofríos porque ellos, o la mayoría de ellos demostraron estar del lado de Victor. Y entonces verlos ahí, de repente, era como sentir que Victor de alguna forma u otra, seguía vigilándome. Antes de que pudiera decir algo, un médico nos detuvo, haciendo que regresáramos a mi habitación otra vez. Ahí dentro nos explicó que la policía necesitaba hacernos algunas preguntas. El hospital tuvo la obligación de llamarlos porque tanto Zac como yo, éramos pacientes con heridas de balas. Balas significa armas. Y si está relacionado con armas, es porque no se trata de ningún accidente "normal". Yo claro que me negué una y mil veces. Le dije al doctor que aún no estaba lista, que no me sentía preparada para contar nada y que lo único que necesitaba era ver a mi hermano.  Le rogué que me dejara salir a verlo, hasta que finalmente terminó accediendo.

Si fuera por mí, habría ido a verlo corriendo. Pero mi pierna herida me lo impedía, así que Sam tenía que sostenerme un poco para poder caminar. Y el camino se hizo eterno y lento, fue como transitar miles de kilómetros para llegar. Sin embargo, estábamos a unos cortos pasos para abrir la puerta, cuando hice que nos paráramos.

—Sam, espera...— murmuré con inseguridad.

— ¿Estás bien, Lenna?— preguntó atento.

—No, yo... yo...— mi voz se entrecorto y bajé la mirada hacia el suelo.

—Hey... ¿Qué pasa?— dijo en un tono suave, mientras eleva mi mentón hacia arriba. Lo miré, retuve el aire y terminé suspirando cansada.

—Nada. Es... es que no creo que pueda verlo así— respondí notablemente afectada. —No podré aguantar verlo mal.

—Lenna... no pienses de esa forma— acarició mi rostro. —Tienes que pensar que le hará muy bien que estés ahí con él, le hará bien escucharte, sentir que estas. Necesita de ti— admiraba eso que tenía Sam, la increíble capacidad de alentarme todo el tiempo a seguir adelante. Yo asentí, entendiendo a lo que se refería. Tenía razón.

—Haz de cuenta que no dije nada. Tienes razón. Tengo que pensar en él— me retracté a mis anterior palabras y al fin, accedí ingresar a la habitación, tomándome unos segundo para prepararme mentalmente, lo mejor posible. Sabía que iba a encontrarme con una imagen nada buena. Y así fue.

La puerta se abrió y observé a Zachary tendido sobre una cama, rodeado de aparatos que disparaban cables conectados a su cuerpo,  cosas que lo estaban ayudando a seguir viviendo.

No era la primera vez que pasaba por algo así. Lo pasé con mamá, cuando llega a su etapa final. Solo que bueno, no estábamos en un hospital. Los médicos y los aparatos se trasladaban a mi casa, supuestamente por comodidad. Y pensar que todas aquellas personas que fingían ayudarnos no eran más que corruptos aliados a Victor, quién no se cansa de meterse con mi familia. Lo vi a Zac y luego me llené de odio hacia Victor, porque todo era su culpa, su maldita culpa.

My wonderwall.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora