Capítulo 25.

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Narra Zac

El día anterior había sido una locura. Tocamos exactamente ante quinientas cincuenta personas. Así me lo dijo el dueño del auditorio, que llevaba la cuenta de cuantos iban ingresando. Desde arriba no puedes ver si hay diez, cien o un millón. No distingues la cantidad, simplemente ves gente. Solo puedes diferenciar a lo más cercanos, porque las luces encandilan demasiado.  Todos entusiasmados, todos cantando, gritando. Incluso Lenna. Mi hermana estaba allí abajo y la veía disfrutar como cualquier persona. A veces no comprendía sus ganas de querer dejar todo atrás, como si nada. También deseaba estar disfrutando como ella, pero era imposible, no podía hacerlo. En mi cabeza solo tenía las pastillas que habían encontrado en la casa de Victor. Luego pensaba en mi madre muerta y en cómo serían las cosas si ella estuviera viva. Y por último en Victor siendo culpable de que ella ya no esté aquí con nosotros. Pensaba en eso y solo sentía que iba a explotar, que en cualquier momento lo iría a buscar y yo lo mataría a él, con mis propias manos. Probablemente estábamos viviendo el mejor momento musical junto a la banda, estábamos creciendo, yendo para arriba pero yo no podía hacerlo. Mi cabeza se quedaba atrás, en el pasado, mi integridad seguía buscando venganza. Por lo de mamá, por lo de Lenna y por lo mío. Por destruir a mi familia.

Ser tan resentido no me permitió disfrutar casi nada del show. Así que baje del escenario y solo sentía ganas de irme, para ser sincero. Estaban todos contentos y me alegraba por ellos, pero yo no podía. Y luego me llamó Hayley  —es la chica con la que estoy saliendo— y terminé decidiendo ir con ella. Lenna estaba bien, tenía a sus amigas y confiaba en que Sam la vigilaba de cerca.

Pasé el resto de la noche en casa de Hayley y al otro día me quedé toda la mañana. Cuando regrese a mi departamento, Sam miraba la televisión en el comedor y Lenna dormía en mi cuarto.

Aunque mi mejor amigo estaba extraño. Extraño en el buen sentido, ya que aparentemente miraba televisión, pero cuando le hablé percibí que estaba casi en otro mundo.

— ¿Qué te pasa?— pregunté.

— ¿Qué?—

— ¿Qué es lo que te pasa?— insistí. —Pareces en otro planeta— agregué, intentando que contara lo que sea que escondiese.

—Nada— puso una sonrisa boba en su cara, pero la borró de inmediato porque yo seguía mirándolo un tanto gruñón. — ¿Todo bien?— cambió de tema. Iba a responder, pero su celular sonó y se dedicó a atenderlo. Entonces su expresión cambió otra vez, pero ya no parecía más feliz de lo normal. Lo noté al instante preocupado y sin vueltas, Sam me dijo lo que ocurría. —Están los resultados.

Lo miré, inmóvil. Ese sobre dejaría las cosas en claro. Podría aliviarme, pero también podría llenarme de ira.

—Vamos por ellos, ya. Iré a despertar a Lenna— dije, encaminándome a la habitación pero Sam me detuvo.

—Espera, ¿por qué no te calmas?

—Estoy a punto de enterarme de si mataron o no a mi mamá ¿¡te parece poco!?— pronuncie, ya bastante alterado. No lograba seguir dominando todo el rencor que tenía dentro. Cada día se hacía más difícil hacerlo.

—No, ¿Qué estás diciendo? Pero no puedes ir a darle la noticia a Lenna así como si nada— puso como excusa. Quizás tenía razón, pero la verdad no me detuve a pensar en eso.

— ¿Ahora vas a decirme como tengo que tratar a mi hermana?— fruncí el ceño, aún más molesto. Algo que detesto es que me digan lo que tengo que hacer. ¿Qué piensan? ¿Qué no sé cómo manejar la situación? Yo puedo tomar el control de todo si es lo que quiero, y de una forma u otra terminaré encontrando una solución, jamás me quedaré de brazos cruzados. Tampoco iba a aceptar que me diera órdenes sobre cómo tratar a Lenna.

My wonderwall.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora