Capítulo 18.

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Narra Lenna

Madrugada. Departamento de Craig, completamente solos. ¿En que estaba pensando cuando acepté? No hay dudas, tengo que cambiar mi actitud indecisa y también tengo que aprender a decir "no." El edificio al que me llevó era uno de los más lujosos de la ciudad, me di cuenta con solo verlo desde afuera, y a Craig le pertenecía un piso entero. Cuando entramos, tomó un control remoto y comenzó a manejarlo todo. Podía poner música al volumen que quisiera, las luces se pusieron más tenues y un conjunto de pequeñas bolas de espejo se mostraron de un segundo a otro girando colgadas en el techo. Miré hacia arriba, expectante, sorprendida por tanta tecnología. Di unos cuantos pasos hacia atrás cuando de repente el gran sofá se deslizo hacia adelante, convirtiéndose en cama. Parecía que nada necesitaba de algún esfuerzo humano, las cosas se movían prácticamente solas y cuando un control se los indicaba. Guau.

Craig se acercó a una mini-barra de bebidas —sí tenía una como las del bar, pero más pequeñas— y sacó una botella de no sé qué. Por lo que pude leer, era una especie de champagne pero de una marca extraña que yo no conocía, pero estaba segura de que aquello costaba como tres mil dólares.

—Uno de los mejores, para ti— murmuró levantando la botella, para que yo la viera, aunque segundos antes me había percatado de ella. Atiné a sonreír un poco, a pesar de todo me hubiera gustado sentirme contenta de estar ahí, pero era casi imposible. Mi cabeza era Sam, Sam y la chica castaña que lo besaba. —Toma— Craig me sacó de mis pensamientos entregándome una copa casi llena de champagne. Ni si quiera preguntó si quería beber o no. De todos modos, la tomé. Una copa no me haría nada malo ¿cierto?

Nos sentamos sobre el sofá —hecho cama— y él dejó las copas ya vacías a un lado. Lo más incómodo era que apenas hablábamos, pero no podíamos mantener una conversación por mucho tiempo. Yo me sentía un tanto mareada, en cambio él lucía más despierto. Gran diferencia. Él con disimulo intentaba acortar la distancia entre nosotros, pero yo lo alejaba intentando ser amable. Por poco lo soportaba. Las cosas se pusieron peor para mí cuando se atrevió a besarme el cuello. Dios, ya era suficiente. Traté de quitarlo de encima, pero me forzó hacia atrás y caímos ambos acostados, mientras yo deseaba con todas mis fuerzas desaparecer.

—Craig... no, no quiero hacer esto— no quería entrar en pánico, pero no sabía cuánto más podría soportar tanta cercanía. Incluso comenzaba a sentirme sin aire.

—Relájate, disfruta el momento— "disfruta el momento", detesto las frases armadas, las que parecen sacadas de un libro de auto ayuda. Luego de decirme sus tan creativas palabras, me besó directamente en los labios. Entonces sí, ya era suficiente para mí.

—Basta, no, no quiero hacer esto— pronuncie con firmeza y entregué lo que más pude para alejarlo de mí. ¿Por qué no me respetaba cuando decía "no"? Se puso de pie, resoplando molesto. Bien, lo había hecho enojar. Genial.

— ¿Para qué vienes aquí si no quieres?— cuestionó. Sí, estaba enojado, demasiado.

—Craig nosotros... nosotros somos amigos, ¿no es así?— él rio y su carcajada sonó más bien sarcástica que otra cosa.

— ¿Amigos? ¿Para qué piensas que te traigo aquí una madrugada, solos? ¿Para charlar, ver una película?— alzó las cejas y volvió a reír. Me estaba tratando con cierta crueldad y me sentí realmente mal, como una idiota. Bajé la mirada, pensando que de seguro él tenía razón.

—Llévame a casa— murmuré en un hilo de voz. Craig bufó.

—Toma un taxi. Tu casa queda del otro lado de la ciudad, no voy a salir de aquí a esta hora— ¿un taxi? Con todo lo que pasaba en mi vida, no era adecuado que yo anduviera sola por la calle. Diablos, ¿en que pensé cuando acepté irme con Craig? Ni si quiera me dejo decidirme, simplemente abrió la puerta, haciéndome un gesto con la mano para que me retirara. Sola con mi cartera, me puse de pie y caminé a la salida. No iba a permitirme rogarle más.

My wonderwall.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora