Prefacio

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Necesitaba verlo con mis propios ojos, púes me resultaba imposible creerlo si no lo veía. Pero delante de mí estaba la prueba irrefutable de que esto no era pesadilla sino la horrible realidad, mi padre había muerto. Su nombre estaba escrito en aquella lápida y aun así me negaba a creerlo, ni siquiera su fecha de nacimiento estaba correctamente, lo cual era gracioso si la situación hubiera sido otra.

—No entiendo porque viniste aquí— le dije a mi padre como si pudiera oírme—. Mi madre murió en esta ciudad, y ahora también te me ha arrebatado de mis manos— le reclamé con los ojos humedos a punto de romper a llorar—. Me dejaste huérfana por completo, no pensaste en que tu hija podía necesitarte, en que aun no estaba preparada para perderte— no pude soportar el peso de mis lagrimas y comenzaron a deslizarse por mis mejillas—. No lo entiendo, parece como si te hubieras olvidado de tu hija, que preferiste a este lugar en vez de a mí, porque estoy segura que tu muerte fue culpa de este lugar, ¡no es justo!—grité furiosa limpiándome el rostro—pero eso ya no importa, no puedo devolver el tiempo atrás aunque quisiera, pero tampoco me iré, quiero saber quien fue el culpable de tu muerte y hacerle pagar lo que te hizo.

Me levanté del suelo en donde me había tirado cuando vi la lápida con su nombre. Quité la tierra de mis pantalones, y me dirigí a mi auto, aún tenía cosas que hacer por lo que no podía perder el tiempo llorando.

Salí del cementerio y comencé a conducir hasta la casa en donde mi padre dijo que vivía la que tenía mi custodia. Me había contado que había sido su novia o algo así en sus últimas cartas.

Llegué hasta la dirección que me había dado antes de morir. Apagué el motor, y fui directo a tocar el timbre. Al hacerlo una mujer con cabello marrón, y al parecer recién levantada, abrió la puerta.

— ¿Se te ofrece algo? —preguntó ella al verme y sonreí.

— ¿La doctora Fell? —pregunté antes de responderle y ella asintió.

— ¿Te conozco?, porque no recuerdo haberte visto en el pueblo— dijo ella mirando curiosamente y negué rápidamente.

—Llegué hace una hora, soy Eider, mi padre me dijo que tendrías mi custodia— le expliqué sin rodeos y ella me miró sorprendida al parecer sabia quien era.

—Eider, creí que nunca vendrías—dijo ella sonriendo— pasa, es increíble que aun después de muerto, Alaric me siga pidiendo favores.

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Holaa a mi nuevo fanfiction, hace mucho he tenido la idea de hacer esta novela, espero que a alguien le guste

Alaric's Daugther |Elijah Mikaelson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora