Capítulo 13: Disputa familiar

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Había elegido la misma habitación en la cual había estado luego de haber vuelto de la isla. Pues si iba a vivir en esta casa de locos, por lo menos que mi estancia aquí sea lo más agradable posible…

Ya que prácticamente me había ido recién levantada de mi casa, y que era ya un poco tarde para ir al instituto, decidí tomar una pequeña siesta.

*****

Me había cansado de tanto dormir, aunque creía que eso no era posible, pero sí lo es cuando te das cuenta de que no has comido en todo el día, y un hambre atroz te ataca. Sin dudarlo más me levanté de la cama, para ver si encontraba algo de comer en esta casa.

Pero primero decidí darme una ducha y asearme para terminar de quitarme el sueño. Al terminar salí en busca de algo que ponerme de mi nuevo closet, el cual para mi sorpresa ya tenía la ropa que tenía en casa de Meredith. Rápidamente tomé una blusa blanca, unos short jeans, y unos converse negros. Dejé mi pelo suelto, y ya estaba lista para salir de aquí.

Bajé con cuidado las escaleras para no encontrarme con el amargado del dueño, o peor su hermano Kol que deseaba matarme. Pero al bajar me di cuenta de que para variar, la casa se encontraba demasiado silenciosa, algo bueno a decir verdad.

Ahora lo importante, tenía que encontrar la cocina.

Encontré la sala, el comedor, un pequeño estudio, unas cuantas puertas cerradas y hasta una biblioteca antes de encontrarla, la cual estaba igual de solitaria que el resto de la casa.

Abrí rápidamente la nevera, y fue como ver el paraíso, a pesar de que eran vampiros, aquí había bastante comida para alimentar un batallón. Tomé un vaso de jugo, queso, jamón, el Kétchup, la mayonesa, tomates, lechuga, un pedazo de pastel, helado, y la bolsa de pan de la despensa.

Sin perder tiempo prepare unos tres emparedados, y comencé a devorarlos, junto con el jugo. Aun con hambre continúe con el pedazo de pastel y un poco de helado.

—Veo que encontraste la comida— dijo alguien interrumpiendo mi sagrado ritual de comer.

—Tenía hambre— le dije tranquilamente al ver que era Elijah, y él me sonrió.

—Eso veo, por lo menos te estás adaptando— soltó sonando algo preocupado al respecto, pero me encogí de hombros.

—no tengo opción supongo— dije como si nada mientras terminaba mi helado, y él cambio su expresión a una molesta.

—siento el comportamiento de mi hermano— se disculpó de repente, aunque no tenia porque—, está un poco paranoico.

—Cualquiera con dos ojos de frente se da cuenta— bromee, y se él rió—. Por cierto, ¿Dónde dejaste la cura? —pregunté de la nada, y él sonrió.

—en un lugar seguro, hay demasiados interesados en ella— respondió teniendo toda la razón, y una de esas personas era yo.

—No deberían haberlos, se creó para matar a Silas, no para los caprichos de los vampiros, ni siquiera para los de un original— solté siendo algo arrogante, pero sabía que tenía razón.

—No son caprichos…— le miré incrédulamente—, no todos decidimos ser lo que somos Eider, algunos incluso quieren volver a ser humanos…

—Como mi hermana, lo sé— terminé la oración por él.

—no solo ella, hasta Reebekah quiere serlo— confesó de la nada, por lo que le miré algo sorprendida, una original queriendo ser humana.

—Difícil de creer…— resoplé incrédulamente—, pero eso no cambia mi decisión sobre la cura—volví al tema principal, pues me había desviado demasiado de este, tenía una misión, rescatar la cura—, Silas debe ser destruido.

Alaric's Daugther |Elijah Mikaelson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora