6. Mami mia

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Observo a Elijah correr y jugar en nuestro patio trasero. Sus pequeñas y cortas piernas no le permiten correr muy rápido, pero el parece feliz persiguiendo a su cachorro, riendo y soltando grititos cuando el pequeño pastor alemán de dos meses le ataca los pies y luego suelta a correr nuevamente.

Sin poder evitarlo, ni reprimirlo, sonrío. Han sido cuatro años bastante ajetreados, con noches sin dormir y con muchísimas inseguridades. Ser madre no ha sido sencillo, pero no cambiaría nada de lo que tengo, ni los recuerdos que mi pequeño y yo hemos forjado a lo largo de este tiempo por nada.

Elijah es el niño más dulce y tierno del mundo, es sensible y humanitario. Ama a los animales y a su familia, le sonríe a las personas del pueblo y le encanta ir al jardín de infantes. Tiene muchísimos amigos y yo me derrito de amor cada vez que me sonríe, mostrándome esos dos hoyuelos característicos en los costados de sus regordetas mejillas. Cada día que pasa me enamoro más de esos ojitos verdes que me observan somnolientos por las mañanas o de esos abrazos dulces que me regala a cada hora del día.

Mi pequeño ha sido la mejor decisión de mi vida.

Observo el decorado del cupcake que tengo frente a mí y sonrío satisfecha, coloco el pastelillo en la caja decorada que yo misma he decorado y cierro esta misma dejándola en el centro de la mesa, lejos de las curiosas manos de mi monito y de las patitas de mate. Avanzo hacia la puerta del patio trasero y salgo al corredor.

—¡Elijah es hora de arreglarse!

Mi pequeño monito gira hacia mí y asiente sonriéndome. Deja una caricia en la cabecita de mate y viene hacia mí corriendo y arrojándose en mis brazos.

—Venga bebé, tenemos que arreglarnos para la comida en casa de Elois.

—Si mami, ¿Jasmine estada ahí mami?

Sonrío besando su mejilla y cerrando la puerta.

—Sí bebé, podrán jugar juntos.

—¡Yeih!

Avanzo hacia el baño y lo dejo sentado en el escudo mientras busco su toalla y su ropa para la cena, una vez que todo está listo lo meto dentro de la tina y abro la llave del agua regulándola. Elijah deja que lo duche tranquilamente, cerrando sus ojos y riendo cuando beso sus mojadas mejillas. En cuanto termino, lo envuelvo en la toalla y seco muy bien cada parte de su cuerpo, luego lo visto e intento peinar esa gran mata de cabello rizado que tiene.

Una hora más tarde estamos saliendo de casa, una de mis manos ocupa la caja de cupcakes y la otra es tomada por mi pequeño monito. El día está caluroso, aquí en nuestro pueblo siempre hace calor, es por ello que estamos usando ropa ligera y cómoda. Mi vestido largo ondea con la brisa mientras los cabellos de mi nuca se mueven haciéndome sentir cosquillas. Traigo un bolso lo bastante grande para que dentro quepa todo lo que mi bebé acostumbra a traer de casa, además de una chaqueta y una muda de ropa por si le ocurre un accidente.

All For You » h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora