8. Invitación a cenar

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Observo alrededor de mi casa por enésima vez, todo se ve bien, ordenado y limpio. Nada fuera de lugar ni desordenado. Suspiro aliviada, el aroma a limón está en el ambiente y me siento tan feliz de que así sea. Llevo unas tres horas limpiando absolutamente todo. Haciendo las camas, limpiando los pisos y lavando la ropa. Todo por un simple motivo más allá de mi gusto por limpiar;

Hoy Harry viene a cenar.

Así es, después de nuestro encuentro en la carnicería y su posterior caballería de traerme a casa para que evitase caminar, lo volví a encontrar un par de veces más por allí, en la librería, en el centro, en el parque y nuevamente en el supermercado. Cada una de esas veces hemos conversado y tenido unos bueno momentos, así que decidí que era tiempo de invitarlo formalmente a casa para cenar. Es una cosa que tenemos los lugareños de este lugar, cuando quieres conocer a alguien y darle la bienvenida oficial a tu hogar y al lugar, lo invitas a cenar.

Así que aquí estoy: dejando la casa impecable, con la cena cocinándose en el horno y todo listo para la llegada del citadino. Me cercioro que Elijah esté bien en su habitación y que mate no haya hecho algún desastre, reviso la cena, bajo el fuego de la estufa y voy hacia el cuarto de baño para tomar una merecida ducha. En cuanto el agua tibia golpea mi cuerpo siento una nueva especie de relajo, es como una limpieza, siento como todo el sudor y el polvo que he acumulado sale lentamente de mi cuerpo dejándome limpia. Tallo mi cuerpo con la esponja y mi jabón de cacao, lavo bien mi cabello y cierro la canilla de agua cuando el agua sale limpia. Envuelvo mi cuerpo en una mullida toalla y enredo mi cabello en otra.

Reviso una vez más la cena y voy a cambiarme. Estoy terminando de colocarme los aretes en mis oídos cuando la puerta suena. Mate da unos pequeños ladridos de aviso y Elijah grita que él abrirá. Lo alcanzo en el pasillo de las habitaciones.

—¿Qué hemos dicho pequeño bichito? —le pregunto bajando hacia su altura y viéndole a los ojos—podrás abrir la puerta siempre y cuando mamá esté contigo.

—Sí mami.

—Buen chico.

Le permito adelantarse hasta la puerta y me posiciono tras él en la puerta, tomo su mano llevándola hacia el picaporte y juntos giramos la manija abriéndola. Harry está de pie en nuestro pórtico, tiene un pantalón holgado en conjunto con una camisa delgada de color blanca, su cabello está sujeto en un extraño moño y está sonriendo.

—Hey, hola amigo. —saluda a Elijah, se inclina para quedar a su altura y tiende una de sus manos.

Mi pequeño estira la suya y sujeta la de Harry en el apretón de manos más adorable que he visto en mi vida.

—Buenas noches señor Harry. —Le saluda.

—Esa es la manera más educada en la que me han saludado y eso que fui maestro. —se ríe antes de observarme.

—Hola Harry—le saludo, nos muevo a mi pequeño y a mí hacia un costado—por favor pasa. Siéntete como en casa.

—Gracias.

Entra a casa limpiando sus pies en el tapete de la entrada, cierro la puerta tras de él y lo invito a pasar. Harry tiende una bolsa hacia mí.

—No tenías que molestarte—comento. —fue una invitación

—Tengo una costumbre, nunca me presento a un lugar sin algo.

Niego divertida y lo guio hacia la cocina, Elijah junto a él. Junto a la puerta de la cocina está mate, sentado y llorando, pidiendo entrar.

—¡Que hermoso cachorro! —exclama acercándose hacia la puerta.

—Es mío—dice Elijah —mío y de mami, se llama mate. ¿Quiere conocerlo señor Harry?

All For You » h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora