3. El elegido

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Jesy compra una botella de vino blanco en el camino de vuelta al hotel y una bolsa con pastelillos que adquirimos en una pastelería cerca de la clínica. Entre mis brazos, muy bien cuidada llevo la carpeta que la doctora Keinsten me ha entregado. Siento que aquello es casi como una documentación oficial del gobierno y no puedo dejar que nadie además de nosotras la vez. Una vez que estamos de vuelta en la habitación, nos permitimos tomar una ducha y cambiarnos por algo más cómodo, cuando ha caído la tarde, pedimos la cena al cuarto y ocupamos las dos copas para agua que viene con la comida.

—Nos han dado más pan de ajo—exclama Jesy sentándose en el suelo, justo frente a donde tengo la carpeta y la botella de vino. —Es genial.

Mi amiga no lleva maquillaje, tiene el cabello mojado envuelto en una toalla y una camiseta larga que le llega hasta las rodillas. Me sonríe en cuanto se sienta y me pasa mi plato con la cena.

—Gracias—le digo en cuanto he tomado mi plato. —¿Vino?

—Sí por favor—sonríe tendiéndome una copa—queremos estar relajadas y sueltas cuando hojeemos eso—apunta hacia la carpeta.

—¿No es raro? —le pregunto llenando hasta la mitad mi copa de vino—lo de "seleccionar" un candidato, quiero decir.

—¡Para nada! —Me dice soltando una risa—esto es jodidamente genial, es como escoger lencería online.

Me río, pero tengo que admitir que ella tiene un punto muy bueno allí. Tomamos la cena primero, comemos entre conversaciones de embarazo, regla y sexo. Estar con mi mejor amiga es sin duda alguna, una aventura cada vez.

Cuando hemos acabado, dejamos los platos vacíos en el mismo carro en el que han venido y rellenamos nuestras copas antes de que tome la carpeta y al coloque sobre mis piernas. Tomo una gran respiración y la abro. Lo primero que visualizamos es un escrito donde se explica que es lo que tengo en mis manos, las funciones de la clínica y las reglas y deberes de cada donador, además nos recuerda que no es obligación de los donadores presentar una fotografía para el público y que es por ello que muchísimas páginas del "catálogo" cuentan con este espacio en blanco.

Nada que la doctora Keinsten no me haya dicho antes.

Jesy es la más emocionada, comienza a aplaudir cuando finalmente pasamos al primer donador. Mi amiga acota, opina y se ríe lanzando comentarios precisos y graciosos en los mejores momentos. Mi estómago duele cuando llegamos a casi la mitad del catálogo.

—¡Mira este dice que tiene sangre holandesa! Y mira tiene ojos azules también.

—Me gusta, aunque no me convence eso del déficit atencional hereditario.

Pasamos otras páginas. Algunas con más información que otras, unas con fotos y otras, muchísimas sin ellas. Han pasado al menos dos horas, cuando decido levantarme para ir a hacer pipí. Jesy toma el catálogo y continúa leyendo. Estoy sentada en el escusado cuando la escucho hablar;

All For You » h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora