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29. Te amo

—Voy a ir a ver a mi madre

Termino de rebanar el último trozo de champiñón y me volteo para ver a Harry. Su voz ha sonado casi como mecánica, como si las palabras saliesen solas de su boca. Él me observa también, está pelando las patatas para la cena. Hay música romántica sonando en el estéreo y hay un aroma a carne y especias en el ambiente.

—¿Irás a Los Ángeles? —Le pregunto curiosa.

—Sí, extraño a mi madre y a mis hermanas. Y coincidimos que estaremos todos en la ciudad así que nos veremos. Ha pasado mucho tiempo sin verlas, las extraño.

La última frase que dice causa muchísima ternura en mí. Siempre me ha gustado lo familiar que Harry es, lo preocupado que es con su madre y sus hermanas. Me gusta que a pesar de que no se ven mucho, él siempre está en contacto con ellas, pendiente de lo que les sucede y si necesitan algo.

—Oh bebé, eso es genial. ¿Cuándo te irás?

—En tres días, tengo un vuelo directo así que estaré pronto por allá. Me quedaré una semana a lo menos.

Reviso el horno, donde la carne ya está cociéndose, me preocupo de que no esté quemándose y cuando acabo de cerrar la puerta del horno, me acerco a Harry. Me posiciono tras de él, abrazándole por los hombros. Beso el costado de su cuello con cariño.

—Voy a extrañarte—murmuro contra su piel—llevamos meses sin pasar tanto tiempo separados.

—Lo sé—dice viéndome por un momento. Pero volviendo a su labor de acabar de pelar las patatas. Ya le queda poco. —Será extraño no dormir junto a ti, o ver a Elijah. Pero la próxima vez, iremos los tres ¿te parece?

Me quedo de piedra por un momento, intentando procesar las palabras que me ha dicho. Él realmente quiere que su familia nos conozca, conozca a Elijah. Durante unos segundos me cuestiono si realmente será necesario, pero luego todo viene como una avalancha; Harry es el padre de Elijah, su familia es la familia de mi hijo y él tiene todo el derecho de conocerlos, si quiere, claro.

—¿Estás seguro? —es lo que sale de mi boca.

—Claro que sí—contesta con determinación. Deja el cuchillo sobre la mesada, se limpia las manos con el trapo de cocina y se levanta de su asiento. Sus manos van directo a mis caderas, sus ojos viéndome fijamente a la cara y una sonrisa dibujándose en sus labios.

—Voy a hablarle de ustedes—me dice— voy a contarles todo y ellas van a querer conocerlos. No me sorprendería si viniesen al pueblo luego de ello. —se ríe, pero al parecer mi rostro aún demuestra mi extrañez— Aubrey, amor... te quiero, amo a Elijah y mi familia tiene el derecho a saber que soy padre. No voy a esconderte, ni a él, porque son muy importante en mi vida.

—Dios, te amo—murmuro cuando deja de hablar.

Entonces me doy cuenta de lo que acabo de decir.