Zwei

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Darme cuenta de que jamás iba a ser la novia del amor de mi vida me había noqueado en el ring del amor

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Darme cuenta de que jamás iba a ser la novia del amor de mi vida me había noqueado en el ring del amor. Jamás imaginé que esto me pudiera pasar a mí. ¡A MÍ! que se supone que sé controlar las situaciones con los chicos que me gustan, que sé qué hacer para que jamás se vayan de mi vida y estén ahí cuando quiera y donde quiera...

Así que pensé: "Si mi destino no es estar con él, ¿por qué no hacer que su destino esté conmigo?" La forma más efectiva de hacerlo entrar en razón era que reconociera lo que sentía por mí; que admitiera ese amor que me tenía y no quería expresarlo por temor a que no funcionara, o algo así...

David parecía ser un buen candidato para el experimento que traía en mente. Las citas que tuve con él en tres semanas eran geniales: me hacía reír mucho, me consentía a más no poder, y en ciertas ocasiones era lo suficientemente inteligente para tener una charla decente y profunda.

—Llevo semanas saliendo con David, e intento encontrarme a Morgan en los lugares a los que vamos ¡pero nunca está!

—¿Y cómo por qué tendría que estar él por ahí?

Miré a Jazz, quien se estaba poniendo protector solar como una loca.

—¿Quizás porque hemos ido a los lugares a los que siempre íbamos juntos Morgan y yo? Cómo sea, el hecho es que nunca está.

—Deberías de en serio darle una oportunidad a David, por todo lo que me dices parece que puede ser el indicado.

—No es mi tipo —alegué en forma de conclusión. Me senté en la banca en donde habíamos estado por veinte minutos, esperando a que los amigos de Jazz llegaran.

—Para ti nadie es tu tipo, a menos a que sean unos patanes de primera. —Negó con la cabeza, fastidiada por el tema—No quiero ser grosera, pero tu necedad está llegando a mi límite. Así que me iré a mi clase de jazz esperando que tu cabeza dura pueda entrar en razón en dos horas. Adiós.

Lo que dijo mi amiga me hizo reflexionar, ¿en verdad nunca me doy cuenta de las cosas? ¿Soy tan cabeza hueca? Y eso era lo que más me enojaba: que sabía la verdad pero de todas formas no lo reconocía.

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