Vierzehn

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—¿Qué ha pasado que te ha hecho cambiar de opinión sobre vernos de nueva cuenta?

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—¿Qué ha pasado que te ha hecho cambiar de opinión sobre vernos de nueva cuenta?

Una cucharada de celos con una pizca de sed de venganza, pensé.

—¿Acaso no puedo cambiar de opinión respecto a verte? —respondí con otra pregunta.

Iba ensimismada en mi celular en espera de un mensaje en especial, mientras él manejaba hacia la plaza más cercana para esa cita al cine que le había aceptado por despecho.

—No. Tus mensajes cuando pedía verte de nuevo siempre eran los mismos: "¡Ya supérame! ¡Deja de fastidiar Edwyn!" —me imitó, de una forma algo cómica al agudizar de más su voz.

Lo volteé a ver, con una ceja enarcada y el ego hasta el tope. Había recordado que, antes de toda esta porquería amorosa, yo era quien elegía a quien ver, cuánto tiempo y cuando no quería hacerlo. Que buenos tiempos...

—Estoy en lo mejor de mis veintes, ¿por qué desperdiciar la época donde estoy más deseable? —cuestioné retóricamente, después mordí con suavidad mi labio inferior.

El alto dejó que él pudiera observarme.

—Diablos, por favor deja de hacer eso —Su mandíbula se contorneó, indicando que estaba aguantándose las ganas de algo.

—¿Por qué? ¿Tiene algo de malo? —susurré a su oído, a la vez que tocaba su entre pierna.

Lo estaba provocando, y eso era lo que quería hacer y él lo sabía.

—Si sigues de este modo tendré que cambiar de dirección, porque en el cine no se puede hacer nada de lo que deseo hacerte.

—¿Y qué estás esperando?

Sí. La verdad era que solo quería salir con Edwyn por el simple hecho de que sabía a dónde íbamos a parar. Yo con las piernas débiles por el buen trabajo que haría y, él con ganas con una enorme sonrisa por el gran final feliz que le brindaría.

Nadie me había dicho que el sexo de reconciliación tenía que ser con la persona con la que estabas peleada, así que ahí estaba yo, desquitándome y sacando toda mi frustración con alguien que no era Kurt, que no era David y mucho menos Morgan. Y dios... Vaya que se sentía bien regresar a esto de utilizar a los hombres sólo cuando los necesitaba.

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