Ya era viernes, estaba temblando por los nervios de mañana.
David no había ido por mí a la casa, porque al parecer estaba muy ocupado con otros asuntos así que me fui sola. Al llegar fui directo con Jazz, pues Violet aún no llegaba. Calmé los ánimos con ella por las actitudes que habíamos tenido últimamente una con la otra. Ella aún me guardaba el boleto para su presentación que sería en dos semanas, yo iría, pero preferí no decirle nada a David.
—¡Qué hay! ¡Qué hay! —dijo Richard, llegando con nosotras. Ambas nos miramos confundidas—. ¿Y David? No lo he visto por aquí... ¿será que..?
—Seguimos juntos, si es lo que quieres saber —respondí, cruzada de brazos.
—Ya veo... Entonces será mejor que mañana seas mejor que Brianna
¿Acaso acababa de decirnos que ya sabía lo que haríamos mañana mi novio y yo? Eso era casi imposible, porque David no era el tipo de chico que... No, no era posible. Reí, nerviosa.
—¿De qué hablas? No entiendo...
—Pues ya sabes, David todo el tiempo estaba diciéndole a todo el mundo que Brianna era una cosa bárbara en la cama, y que por eso no la dejaba. ¿No lo sabías? —preguntó, arqueando una ceja, mientras se acomodaba la chaqueta de mezclilla que vestía.
Richard era uno de esos chicos que nada más le gustaba ver el mundo arder tras sus comentarios, y le quedaba bien la personalidad con el outfit tan vago que llevaba hoy, junto con su cabello lacio y grasoso.
—De seguro que estás de broma, ¿no Richard? —cuestionó Jazz, entre risas, esperando que él contestara que era una broma todo esto.
—Bueno, si no quieres tomar en cuenta esta información ya será tu problema Alexandra. Sólo digo que, si a mi amigo no le gusta... Bueno, lo notaremos todos. —Se llevó la mano a la sien para darnos un saludo como de la militar— Adiós.
Lo vimos caminar directo hacia Kurt, quien estaba sonriente, como si ese hubiera sido uno de sus planes mal elaborados y supiera que metiéndome un poco de presión me haría autosabotaje. Negué con la cabeza mientras veía seriamente. Hubiera siguiendo viendo, de no ser por el codazo en las costillas que me enterró Jazz.
ESTÁS LEYENDO
ROMPECORAZONES
RomanceTerminar, superar, avanzar... volverse a enamorar. Ese era el lema de cualquiera que conocía a Alexandra Kingsley; una chica apática al amor y/o cualquiera que sea su denominación en el mundo de los humanos. Sin embargo, todo da un giro de 180° cuan...