Sechundzwanzig

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Fue casi instantáneo cuando salió Morgan, y yo, andaba en un mar de hormonas que debía de controlar para guardar las apariencias

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Fue casi instantáneo cuando salió Morgan, y yo, andaba en un mar de hormonas que debía de controlar para guardar las apariencias.

—¿Qué haces por acá? ¿No que tu "novio" te quiere casi a veinte metros de distancia de mí? —cuestionó, rodando los ojos mientras cruzaba los brazos.

Se veía cansado, con unas ojeras tremendas como si no hubiera dormido por días, y su cabello, lacio y corto, se veía despeinado. Era un milagro que su atuendo lo ayudaba a mejor su apariencia, sino le diría que fuera a casa a darse un baño y después saliera nuevamente al mundo.

—Él no tiene que saber todo lo que hago. Ni que fuera...

—No sabe que estás conmigo, ¿cierto? —Sonrió, traviesamente.

—No... En fin, ese no es el punto de mi visita. Y si pudieras callarte hasta que sepas el motivo, estaría maravillada de tu apoyo. —Hice bailar la carta entre mis manos, la cual ya empezaba a maltratarse.

—¿Es para mí? —Trató de quitarme el papel de las manos, pero mis reflejos pudieron más que él—. Debe ser algo grave, porque tú sólo escribes cartas cuando algo simplemente no te deja. Como esa carta que le escribiste a...

—Mi abuelo. Lo sé —concluí por él. Solté un largo suspiro lleno de melancolía al acordarme de esa carta que le escribí a mi abuelo días después de su fallecimiento, en donde le pedía perdón por tantos enojos que le provoqué, por las veces en las que lo evitaba porque no quería estar con él.

Morgan había estado para mí en ese momento, y vi cada etapa de mi duelo y culpabilidad que sentía. También estuvo cuando leí la carta y después la quemé en símbolo de liberación.

—Si, es para ti —Le extendí el sobre—. Puedes leerla en cuanto me vaya.

Él, ansioso de saber si era nuevamente una declaración de amor, la abrió con desesperación. Vi como su mirada empezaba a cambiar y el brillo de sus marrones ojos se desvanecía. Alzó la mirada, y me vio; en ese preciso momento se me formó un nudo en la garganta. Sabía que le dolía leer todo eso.

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