David seguía evadiendo el tema. Parecía que hasta me tenía miedo de cómo iba a reaccionar, y la verdad era que sí, debía de tenerlo, pero aún más esa persona (que ya me estaba imaginando quien era) que lo había dicho.
Habíamos dejado el lugar de nuestra primera cita, para ir a mi casa a avanzar con el avance del proyecto que debíamos entregar para mañana.
—¿En verdad no vas a dejar el tema a un lado? —cuestionó, con un tono de cansancio.
—¿Qué puedo decir? Soy una persona persistente con lo que quiero.
—Ja, sí lo he notado.
Llegamos a casa. Mi papá le había dicho que podía estacionarlo justo en la acera de la casa para que no tuviera que estar buscando en donde dejar el auto, pues el nuestro estaba en la cochera.
—¿Sí me vas a decir? —inquirí, haciendo una especie de puchero—. Y... puede que te ganes algo más que un beso hoy —Me quité el cinturón de seguridad y me acerqué a él, poniendo la mano muy cerca de su entrepierna, poniéndolo tenso y deseoso de que mi mano estuviera más cerca. Besé su oreja suavemente.
—Detente, sino no me hago responsable de lo que viene Lex.
—Sólo quiero que me digas lo quiero saber —dije, de una forma inocente, mientras dejaba pequeños besos en su cuello.
—Ay por Dios esta bien, pero entonces después que te diga lo que quieres, tendremos que seguir con esto —Se apartó enseguida, quitándose el sudor de la frente.
Hombres... Sólo los acaricias y besas en zonas específicas y su imaginación comienza a volar de una manera sin igual, y seden ante lo que quieres que hagan. Es básico, pero de todas formas siempre funciona.
—Fue hace como dos semanas, estaba con mis amigos y empezaron a preguntarme que tanto había pasado contigo porque ya no me iba misteriosamente de los lugares y evadía a Bri más que en otras ocasiones. Empezaron a decir..., bueno, cosas de hombres cuando a mujeres se refiere. Para no hacer esto largo —Me moví en mi asiento, ya venía lo que quería saber—, llegó Richard con sus amigos, incluido el idiota con el que estabas.
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ROMPECORAZONES
RomanceTerminar, superar, avanzar... volverse a enamorar. Ese era el lema de cualquiera que conocía a Alexandra Kingsley; una chica apática al amor y/o cualquiera que sea su denominación en el mundo de los humanos. Sin embargo, todo da un giro de 180° cuan...