—¿No irás a ver a donde se ha ido Morgan? —preguntó mi madre, sorprendida de que no fui corriendo tras mi mejor amigo.
Lo que vendría sería una decisión importantísima. En serio. Este secreto creo que todas deberíamos saberlo para que ese patán sepa que no te tiene a sus pies por más que lo estés. Después de que por fin tuviste intimidad con él, créeme que lo mejor que puedes hacer es tomar tus cosas, y decirle que después le llamarás, y jamás hacerlo.
Con esa simple acción le estás dando la vuelta a todo su juego, porque él esperará que le llames, que le mandes un mensaje y que lo busques por cielo, mar y tierra, y... NADA. Los chicos se obsesionan con las cosas que se salen de su control, y los hacen querer buscar una solución para que ellos tengan el poder de nuevo, y ahí los tendrás buscándote.
—No. Él ya está muy grande como para que me tenga de su niñera.
Terminamos de almorzar, y mientras ayudaba a mi madre con los platos sucios, David le pidió permiso a mi padre para que nos dejara ser novios, cosa que ya nadie hace hoy en día. No hace falta que les diga que mi padre, todavía con sus celos, aceptó que su chiquilla por fin tuviera novio.
Quizá después de todo la monogamia no era tan mala a como la veía. Es decir, pensándolo bien, ya me había cansado tanto de no tener algo estable, y ver cómo las otras personas lo tenían tan fácil me hacía odiarlo al mil por ciento.
Cómo era de esperarse, David quiso que tuviéramos nuestra primera cita oficial. Lo único que me dijo es que el lugar encantaría, y al llegar en verdad amé el lugar. Era una pequeña librería en donde podías tomar alguna bebida. Hoy era día de lectura de poesía.
—¿Cómo sabes que me gusta todo esto? Es decir, jamás te comenté nada sobre que me gusta escribir y leer.
—Supuse que era un buen lugar en donde pudiéramos platicar para conocernos mejor —Sonrió de medio lado.
Estaba maravillada por el lugar. Jamás lo había visto en la vida, y es que se encontraba a dos horas de mi hogar, era claro el porqué nunca supe de su existencia. Su estilo rústico era preciso para el tipo de servicio que prestaban, las mesas eran de un estilo romántico, con mesas hechas con fierro con grabados lindos, y la fachada se encontraba tapizado por enredaderas verdes tan vivas y alegres.
ESTÁS LEYENDO
ROMPECORAZONES
RomanceTerminar, superar, avanzar... volverse a enamorar. Ese era el lema de cualquiera que conocía a Alexandra Kingsley; una chica apática al amor y/o cualquiera que sea su denominación en el mundo de los humanos. Sin embargo, todo da un giro de 180° cuan...