Fünfzehn

782 106 52
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¿Qué ganaba con jugar con mis sentimientos? Quizá hacerme sufrir todo lo que yo lo hice en casi 6 años

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¿Qué ganaba con jugar con mis sentimientos? Quizá hacerme sufrir todo lo que yo lo hice en casi 6 años.

—Deja de jugar con este tipo de cosas —dije, haciendo una mueca de desagrado. Tomé mis cosas y me fui de ahí.

Ni siquiera lo miré en cuanto decidí abandonar el lugar en el que estábamos.

No. No era justo que dijera ese tipo de cosas, cuando al momento de confesarle estos nuevos sentimientos que tenía para con él, me había dicho que ya eran otros tiempos y que no siempre le iba a gustar la misma persona.

—¡Alexandra espera! —su voz estaba muy cerca. Era claro que había dudado por un instante en seguirme pero corrió hasta alcanzarme y bloquearme el paso.

—¡No Morgan! ¡No puedes ir y regresar a mi vida a tu antojo! —Sentía un nudo en la garganta, y en los ojos se me formaban lágrimas llenas de dolor—. Y por último... No puedes ir por ahí jugando con los sentimientos de las personas.

Él soltó una risa burlona.

—¿Y tú si puedes hacerlo? —cuestionó, encabritándose—. Porque deja te recuerdo que es lo único que hiciste conmigo en los últimos años...

Me helé. Tenía razón, pero no se lo admitiría.

Pasé de él, tratando de ignorar lo que me había dicho. No me duró nada mi salida fugaz, pues me tomó de la muñeca y me regresó a él.

Estaba entre sus brazos, teniéndolo tan cerca que podía ver sus pupilas dilatándose poco a poco. Odiaba esto. Odiaba dejarme sucumbir por mis instintos.

—Lo siento —dijo él, hundiéndose de hombros.

—¿Por qué? —Enarqué una ceja. No entendía nada de lo que estaba pasando.

Mi celular empezó a sonar con la melodía que le había puesto para cualquier notificación que indicara que se tratara de mi madre. Él lo sabía porque era mi mejor amigo y claramente entendía cómo catalogaba a todos con diferentes ringtones.

—Será mejor que te vayas. Sé muy bien a que tu mamá no le gusta esperar.

Me soltó, haciendo que la distancia entre nosotros aumentara.

ROMPECORAZONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora