Terminar, superar, avanzar... volverse a enamorar. Ese era el lema de cualquiera que conocía a Alexandra Kingsley; una chica apática al amor y/o cualquiera que sea su denominación en el mundo de los humanos.
Sin embargo, todo da un giro de 180° cuan...
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¿Recuerdan la primera cita que tuvieron? ¿Sintieron nervios, sentían que el aire no les llegaba a los pulmones, que las manos les sudaban y que se iban a desmayar de tanta emoción? Así me encontraba en ese preciso momento. ¿Y si salía todo mal? ¿Si lo arruinaba con algo malo que dijera?
Respiraba profundo. No podía dejar que los nervios me invadieran como una chicuela de 14 años que va a su primera cita con el chico que le gusta. ¡PERO ERA TAN INEVITABLE!
Escuché cuando Kurt llegó. Ya estaba casi lista, solo debía guardar mis cosas en una de mis miles de bolsas con formas extravagantes, en este caso, en una con forma de cerezas. Al bajar las escaleras escuchaba como mi papá aplicaba su muy conocido interrogatorio de policía.
—Así que... Kurt... ¿Qué te hace pensar que eres lo suficientemente bueno para poder salir con mi hija?
Oh no... Por favor díganme que no lo ha hecho. ¿Tanta es su diversión en espantarme a los chicos cuando vienen hasta la casa por mí? Miren que con...
—Tienes unos zapatos muy grandes que llenar con el lugar que Morgan dejó.
Era hora de terminar esa conversación en la que Kurt se podía enterar de varias cosas que le estaba ocultando y claramente no quería que supiera.
—Ya estoy lista. Vámonos Kurt, no quiero que papá te asuste más de lo que ya lo hizo.
Mi papá, un señor imponente a la vista a pesar de sus ojos verdes, se paró y nos acompañó a la puerta.
—La quiero en casa antes de las 10 p.m, jovencito.
—Claro que sí señor Kingsley.
No sabía a dónde íbamos, al parecer era sorpresa. Lo único que era certero era que me había dejado ser el DJ en su carro. Me sorprendía que supiera las canciones de Maroon 5. Las cantamos a todo pulmón dejando que nuestras emociones se sintieran con nuestro canto.
Cuando se estacionó, noté que estábamos en mi lugar favorito de todo el mundo (cuando se trataba de diversión). Entramos al Song n Bowling. Pedimos una orden de alitas y unas cervezas para acompañar.