Capítulo XXII.

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   El brillo que él tenía en los ojos era intenso; tal vez igual que el de las estrellas que adornaban el cielo oscuro y frío de la noche.

   —No creí que pesaras tanto.

   —¿Me estás diciendo que soy gordo, John?

   —Bueno, tómalo como un 'sí'.

   Paul se sonrió, al tiempo que echaba su cabeza hacia atrás. Seguía con mis manos en su trasero y él tenía las suyas alrededor de mi cuello. Los músculos de mis brazos comenzaron a contraerse, motivo por el cual me apresuré a caminar hasta el auto.

   —¿Por qué te dan asco los insectos? Las luciérnagas son lindas.

   —Ahg, qué asco. Hacen un ruido extraño.

   —Esos son los grillos.

   —Qué asco con eso también.

   Hice que se sentara en el capó del auto, y de inmediato se apresuró en enredar sus piernas en mi torso. Me incliné hasta él —teniendo las manos apoyadas a su costado— para poder besar sus labios.

   Paul me besó con una auténtica atrocidad, haciendo que un placentero cosquilleo me invadiera el cuerpo entero. Guié una mano hasta la parte trasera de su cuelo, logrando enredar mis dedos en los mechones azabaches y que el dedo meñique hiciera suaves masajes en el lóbulo de su oreja.

   —Ah —jadeó al separarnos: el beso había durado un poco más de lo acostumbrado—, John.

   Logró desprenderme de mi suéter blanco, y lo lanzó a un lado. Segundos después se dedicó a acariciar mi pecho, mientras que dejaba delicados besos en mi cuello. El frío se coló, haciendo que mis costillas comenzaran a temblar y que sintiera frío.

   Mientras besaba sus labios, deslicé mis manos hacia su cintura y procedí a desabrocharle el pantalón; lo bajé un poco y logré meter mi mano dentro para poder acariciar su entrepierna, la cual comenzó a tornarse rígida.

   —Mhm —se mordió el labio inferior. Él no tardó mucho para bajar el cierre de su suéter y quitárselo por completo; luego de eso desprendió su camisa, dejando su gordito cuerpo desnudo—. Hace frío.

   —¿Puedo repetir que me encantas los rollitos que se te hacen en el abdomen? ¿Puedo apretarlos?

   —No. Eso duele.

   Antes que pudiera decir alguna otra cosa, Paul tenía los labios puestos sobre los míos. Escabullí mi lengua por el interior de su boca, y jadeé cuando chocó con la suya. Paul no se quedó quieto: de inmediato se levantó y procedió a quitarse los zapatos con ayuda de sus mismos pies, y luego se desprendió el pantalón, quedando totalmente desnudo, a excepción del bóxer verde oscuro que llevaba puesto.

   —Hace frío. Deberías abrazarme. Eso hace la gente que se... ¡agh, John! ¡Abrázame y ya!

   Dejé escapar una sonrisa de mi boca. No pasó mucho tiempo para que su cuerpecito estuviese envuelto en mis brazos. Él apegó su rosto a mi hombro, y como lo tenía ligeramente de lado, aproveché para darle un pequeño beso en los labios.

   —Te amo, John. Te amo mucho.

   —Voy hacer como si te creí, porque sé que después vas a decir lo contrario y no me quiero ilusionar.

   Él no contestó, sólo se dedicó a verme directo a los ojos, y acto seguido me besó. La sensación fue similar a la del primer beso, y no terminaba de entender por qué.

   Volvió a sentarse en el capó del vehículo, mientras que yo me quitaba el resto de las prendas. Sentí aún más frío al estar casi desnudo, pero ese no fue impedimento para acercarme a él y comenzar a bajar su ropa interior.

Your Heart is all I have ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora