Capítulo XLIX.

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   Abrí mis ojos porque sentí un movimiento en la cama, lo que hacía que mi cuerpo se elevara de forma constante. Esbocé una pequeña sonrisa al ver a Heather y a Julian dando pequeños saltitos, y riendo.

   Ella vestía prendas rosas de tela bastante caliente, mientras que él un conjunto de Batman que Cynthia le había comprado para Navidad.

   —¡Papito, levántante! ¡Ya es Navidad! ¿¡Eres ciego!? ¡Ya es veinticinco de Diciembre! ¿¡Sabes lo que significa eso!? ¡Qué Santa viene esta noche!

   —Agh, cállate, niño. Soy ciego, no sordo.

   Ambos volvieron a reír y no tardaron en abalanzar sus cuerpos sobre el mío para poder abrazarme.

   —¿¡Y si nos trajo carbón!?

   —Eso pasará si se portaron mal durante el año —les dije, tallándome los ojos; ellos dos aún permanecían entrelazados a mi cuello—. Pero ese no es el caso de ustedes, ¿verdad que no?

   Heather negó con la cabeza y afirmó—: El mío no porque yo me porté bien.

   —El mío tampoco porque Linda me ponía caritas felices todo el tiempo y eso quiere decir que me porto muy bien.

   —Bueno —cubrí mi boca para soltar un pequeño bostezo—. ¿Dónde está Paul?

   —Haciendo el desayuno —contestó ella—. Nos pidió que te despertáramos.

   —¿Qué? ¿Tan tarde es? —giré mi rostro para poder ver el reloj de la pared—. Cielos, son las diez.

   —¡Sí! ¡Y afuera hay nieve, papito! ¿Podemos hacer el muñeco esta vez? El otro día me dijiste que no porque había tormenta.

   —No lo sé, Jude —me reí un poco—. ¿Qué tal si el clima está muy fuerte? No quiero que se enfermen.

   —Paul dice que no —replicó Jude, sacudiendo su cabeza y salpicándome agua—. ¿¡Sí podemos!? ¡Anda, por favor!

   —Agh, está bien. Si él dijo que sí, pues está bien.

   Los dos sonrieron emocionados y no pasó mucho tiempo para que se bajaran de la cama para echar a correr hacia la salida de la recámara.

   Como pude me levanté, estiré mis brazos y solté un suspiro. Encaminé mis piernas hacia la salida y justo en ese momento, Martha se cruzó en mi camino para saludarme batiendo su colita y recibiendo de mí unas caricias en la cabeza.

   Vi desde el pequeño corredor hacia la cocina, y me di cuenta que Paul yacía preparando el desayuno. Vestía un suéter rojo con motivos Navideños, que acompañaba con un pantalón deportivo blanco, lo que hacía un realce bastante bonito.

   Fui al baño, cerré la puerta y me posicioné frente al lavamanos para poder cepillar mis dientes. Había comenzado el día tarde, así que lo más probable era que estaría algo atareado con respecto a los regalos y a las demás cosas que planeábamos hacer ese día.

   Sin más tiempo que perder, quité toda mi ropa y me adentré a la ducha, para luego abrirla, no sin antes colocar el temporizador. No quería dar el grito del siglo cuando me cayera el agua fría, así que lo mejor sería prevenir.

   Enjaboné mi cuerpo de forma rápida y de la misma manera quité la espuma. Envolví mi cintura en la toalla y salí directo a mi recámara, en medio de leves quejidos de ocasionaba el frío.

   Escogí el mismo suéter de Paul, los cuales habíamos comprado con la intención de usarla en Nochebuena. A eso le añadí un pantalón deportivo gris, y un par de medias negras para luego colocarme las botas de leñador para poder salir hacer el muñeco de nieve.

Your Heart is all I have ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora