Capítulo XXV.

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   Antes que pudiera decir algo, Paul se apareció en el living limpiándose las manos con una servilleta y mirándome confundido. No tardó menos de un segundo en captar lo que estaba sucediendo y, por ese motivo, se apresuró en arrebatarme el móvil de las manos.

   —¿Bueno? ¿El...? ¡Ah, sí! —y caminó hacia el pasillo—. Estaba esperando su llamada...

   Sentí un nudo en mi garganta que me obligó a morder los labios para tratar de permanecer firme. Quería intentar permanecer indiferente, aunque me estuviera carcomiendo por dentro.

   —¿Qué fue eso? —formulé, cuando él volvió a sentarte. No me contestó—. Bien, como quieras.

   —Ya deja de meterte en mi vida.

   No lo entendía. No sabía cómo hacerlo. Paul era una persona muy irritante, pero yo no terminaba de entender por qué a veces actuaba bien y en algunas ocasiones era una completa mierda.

   —No quiero que te ofendas —siguió diciendo—. Sólo... sólo trato de recuperar la familia que tanto me costó formar, ¿sí?

   —¿Sabes qué? Se me quitó el hambre —aparté el plato y me bajé de la silla—. De todos modos estaba muy delicioso. Gracias.

   —¿¡Entonces no hay postre, papito!?

   —Sí, Jules. Para ti sí.

   —¡Entonces ya no como! —bramó, para luego intentar bajarse. Aquella acción me obligó a ayudarlo; no quería que se lastimara el brazo o algo peor—. ¿¡Puedo ir a jugar!?

   —No quiero que juegues. Te puedes lastimar —le dije, colocándome en cuclillas y acariciando su cabellera—. ¿Qué tal si ves algo en la televisión?

   —Uhm... ¡está bien!

   Lo sostuve entre mis brazos y me dirigí hasta el sofá para dejarlo ahí sentado, y darle el control remoto. Él sabía lo básico: encenderlo y apagarlo, subir y bajar volumen, y cambiar de canal.

   —Yo voy a ir hablar con Paul algo allá afuera —susurré—, pero quiero te quedes aquí y no intentes moverte, ¿entendido?

   —Sí, papito.

   —Bien —besé su mejilla y él rió un poco—. Me esperas aquí, y si necesitas algo me llamas, que yo voy a venir de inmediato. Luego te daré helado, ¿sí?

   Él asintió, para luego comenzar hacer zapping; me di la vuelta en medio de un suspiro, notando que Paul ya había guardado todo en su lugar y estaba recargado en la puerta con los brazos cruzados.

   Me encaminé hasta allá y abrí la puerta; primero salió él y luego yo. Un nudo en mi garganta volvió a formarse cuando estuvimos en el pasillo. Paul soltó un suspiro y me miró, al tiempo que metía las manos en su bolsillo.

   —¿Y bien?

   —Eso es lo que me pregunto.

   —No tienes nada qué reclamarme —dijo—. Es mi vida. Lo que haga o deje de hacer no es algo que deba importarte.

   —Me importas tú. Claro que me importa tu vida.

   —John, justo ahora estoy pasando por una crisis matrimonial muy difícil. No quiero perder a Linda, no quiero perder a mi familia. Y tú me haces perderla.

   —¿Yo? —fruncí mi ceño, al momento que señalaba mi pecho con el dedo índice—. ¿Y yo por qué?

   —Porque si yo no me hubiera involucrado contigo, de seguro mi matrimonio bien.

Your Heart is all I have ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora