Capítulo XXVII.

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   Denny abrió sus ojos como platos y sus labios se estiraron hasta formar una sonrisa, al tiempo que daba pasos lentos hacia ella. Por otro lado, Linda aún lo miraba sorprendido, y Paul mantenía su ceño ligeramente fruncido.

   —¿Linda?

   —¿Denny? —la mujer sonrió—. ¡Denny Laine!

   Él no tardó mucho en ir hasta ella, para luego abrazarla con fuerza. Lo que incomodó un poco a Paul, fue que Linda correspondió con mucho cariño y ternura.

   —Papito, ¿por qué Denny conoce a Linda?

   —No lo sé —hablé bajito. El momento era incómodo, gracias al semblante no tan contento de Paul—. Oye, Heather. Tienes mermelada en el cabello.

   —Fue Julian —lo señaló—. Me dijo que quería pintarme el cabello de rojo para que me pareciera a La Sirenita.

   —Mentira, papito. Yo no fui —y rió un poco, para luego ocultarse entre mis piernas, para evitar que ella le hiciera cosquillas.

   —Linda... Linda Eastman —dijo él, teniendo la misma sonrisa. Suspiró al ver sus ojos azules, y luego dijo—: Sigues siendo encantadora.

   —¿Disculpa? —Paul frunció aún más su ceño—. ¿Y tú eres?

   —Denny...

   —Ah, pues qué gusto —estiró su mano y ambos las estrecharon—. Yo soy Paul, su esposo.

   —¿Paul? —Laine volteó a verme, tan indiscreto como siempre. Como notó que yo casi que lo maté con la mirada, trató de parecer normal—. Ah, Paul... hola. Qué gusto.

   —El gusto es mío.

   —Bueno —Linda carraspeó—. Qué gusto verte, Denny. Eh... v-voy a buscar las cosas para irme a casa.

   —El mío también —el mencionado se sonrió otra vez—. Creí que nunca te volvería a ver, Linda. La última vez que te vi tenías dieciséis y... y mírate ahora. Estás... estás igual de encantadora.

   —Claro, Denny. Por eso es mi esposa.

   —Voy a ir a buscar las cosas para irnos. También estoy feliz de verte, Denny.

   Dicho eso, Linda se dio la vuelta y caminó hasta adentrarse al aula de la puerta verde para poder buscar sus cosas. Paul se cruzó de brazos, descargó su espalda en la pared y carraspeó, captando la atención de Denny.

   —¿Y de dónde la conoces?

   —Ah, ella vivía aquí en Liverpool cuando era una niña. A los dieciséis se fue a Estados Unidos, por eso no supe más nada de ella hasta ahora.

   —Pues, sí —replicó—. Tenemos tres años de casados y dos hija: Heather y Mary. Te agrade...

   —Denny —interrumpí—, debo irme a casa. ¿Puedes llevarme o tendré que pedir un taxi?

   —Oh, claro —él rió—. Vamos.

   —Despídete de Heather y de Paul —le susurré a Julian, quien de inmediato corrió a los brazos de Paul—. Adiós, cariño —dije; la niña me sonrió, por lo que me coloqué en cuclillas y ella estampó un beso en la mejilla—. Cuídate, y no te pintes el cabello con mermelada.

   —Y tú no digas nada de lo que te dije.

   —Yo cumplo mis promesas.

   Acaricié su cabellera castaña, para luego levantarme. Al acto, Julian se acercó a Heather y le dio un abrazo, para luego tomar mi mano y encaminarnos hasta la salida para poder irnos.

Your Heart is all I have ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora