Capítulo XXXIV.

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   Paul no tardó mucho en mirarme; sus ojos hazel brillosos me hicieron esbozar la más tonta de mis sonrisas. Era imposible no ponerme un poco feliz.

   —¿Me quieres?

   Lo único que hice fue asentir.

   —¿Mucho o poquito?

   —Un poquito nada más —y me reí—. Mentira —le dije—: no te quiero, te amo mucho a pesar de todo.

   —¿A pesar de todo? ¿A qué te refieres con eso?

   —Bueno, lo que me hiciste no es algo que tenga que tomar a la ligera.

   —Perdón por eso —murmuró, desviando la mirada al suelo—. De veras lo último que quería con lo de la excusa de la custodia era alejarme de ti. Y fue lo primero que hice. Comprendo que hice mal las cosas y que debo considerarme el rey de los tontos.

   —¿Y cómo están Mary y Heather?

   —Ellas están bien. Obviamente Heather es más grande y entiende un poco lo que está pasando. Linda y yo le hablamos ayer en la tarde, y le explicamos todo como debería ser; está triste, se terrible. Pero como le prometimos que siempre estaríamos los dos para ella, a pesar que estuviésemos separados, le levantó un poco el ánimo.

   —¿Y cómo reaccionó cuándo le dijeron que iba a quedarse contigo?

   —Me dio un abrazo —contestó—. Y a Linda también. Dijo que lo único que quería era estar bien, y que nosotros también lo estemos.

   —Heather es una niña muy dulce —me sonreí—. Tiene un corazón muy noble. Se nota que no es tu hija biológica.

   —John —él carcajeó—, ya deja de decir esas cosas. Yo tengo un corazón noble. Pero tú lo tienes mil veces más que yo. Creo que nunca podré agradecerte todo lo que has hecho por mí: por tu paciencia, por tu forma de tratarme... por tu forma tan linda de quererme, y por tu paciencia enorme. No entiendo cómo pudiste soportarme, de veras. Y entiendo que cometí el peor de los errores, y que actué como una completa mierda contigo... pero sinceramente espero que un día puedas perdonarme.

   —Ya lo hice —le contesté—. Desde hace mucho. Yo no puedo no hacerlo. Te amo mucho, y te aprecio lo suficiente.

   Paul me miró a los ojos. Inmediatamente los suyos se cristalizaron, y yo no pude evitar las ganas de abrazarlo. Caminé un par de pasos hacia al frente, acaricié su mentón y lo abracé con fuerza, apegando su rosto a mí pecho y acariciándole el cabello.

   —Si hay algo que he aprendido después de un millón de errores, es que tú eres lo único que quiero.

   —Tú también eres lo único que yo quiero.

   —Lo lamento —volvió a decir, mirándome a los ojos. No sabía lo que era, pero Paul jamás me había visto de esa forma; tal vez era porque ahí estaba actuando con toda la sinceridad del mundo—, ¿sí?

   Asentí, teniendo una pequeña sonrisita y seguramente un brillo particular en los ojos.

   —Espero que estés hablando en serio, y que esta vez yo no sea la víctima, ni el que salga herido—dije—; espero que luego no te vayas, o que te arrepientas... o que vuelvas con tus mentiras. Para ti tal vez esto no significa nada, pero para mí significa todo. Estoy dispuesto a perdonarte y a olvidar todo, pero solo quiero que me prometas que no me dirás más mentiras y que todo va a cambiar para mejor.

   —Lo prometo —asintió. De inmediato varias lágrimas mojaron sus mejillas, y sus mejillas se tiñeron de rosa, debido a la presión que estaba haciendo para no romper en llanto totalmente.

Your Heart is all I have ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora