Capítulo XXXIII.

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   Aparqué el vehículo frente a la escuela de Julian. Había llegado temprano, y el día estaba lluvioso, así que tuve que correr hasta la entrada.

   El pasillo estaba lo suficientemente húmedo como para que casi me resbalara, pero eso no fue impedimento para avanzar hacia la puerta verde del aula de Julian. Estaba cerrada, así que coloqué mi oreja por la hendija y escuché un par de risitas y habladurías, que me dieron a entender que estaban en clase aún.

   —John...

   Me di la vuelta con lentitud al escuchar esa voz peculiar. Ahí estaba Paul. Llevaba puesto una sudadera negra, pantalón del mismo color y un par de zapatillas beige algo húmedas.

   —¿Qué quieres?

   No estaba acostumbrado a tratarlo de esa forma, y creí que iba a resultar más difícil.

   —Eh, nada —metió las manos en su bolsillo y se sonrió como si nada hubiera pasado—. Quería saludarte.

   —Ah, pues... hola.

   —Supongo que bienes a buscar a Julian, ¿no? —recargó su cuerpo en el umbral de la puerta, luego bajó y la mirada, carcajeó y volvió a verme—. Bueno, es obvio, ¿no?

   —Claro..., es obvio.

   —Ehm. ¿Y qué tal tu día en el trabajo?

   —Bien, bien —asentí, metiendo las manos en mi pantalón negro—. ¿Y el tuyo?

   —Bien, también.

   —Uhm, okey.

   —Bonita camisa.

   Era la primera vez que me decía algo lindo de mi atuendo y eso, por más que trataba de negarlo, me alegraba.

   —¿Lo crees? —carcajeé—. La he usado como dos veces nada más, y nunca te habías fijado.

   —Tal vez porque ahora está un poco mojada.

   —¿Y eso qué tiene que ver?

   —Bueno, que parece un degradado —explicó—. Los hombros están de un azul más oscuro que el resto de la camisa.

   —Uhm, no me había fijado. Procuraré tenerla mojada siempre.

   —¿Para qué?

   —Para que se vea bonita.

   —Se ve bonita de todos modos —replicó.

   —Pero te digo que ya la habías visto y no te fijaste.

   Él rodó los ojos y se sonrió.

   —Como digas —murmuró—. Jude ya debe salir. Linda dijo que iban a salir un poquito temprano.

   —¿Linda? ¿Tu esposa muy linda a la que amas mucho?

   —Eh —rió un poco—, eso creo...

   —Ah, verdad que pronto será tu ex esposa...

   —Pues, sí —sacó su móvil del bolsillo, miró la hora y volvió a guardarlo—. Dentro de una hora.

   —¿Es hoy?

   —Sí. Por eso va a salir más temprano.

   —Uhm, pues... suerte. Creo.

   —No necesito suerte —negó con la cabeza—. Ya todo está hecho.

   —¿Y tú cómo te sientes?

   —Bien. Pero no dejo de sentirme idiota.

   —Eres un idiota.

   Paul carcajeó.

Your Heart is all I have ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora