Capítulo XXXV.

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   No esperé respuesta de su parte y me apresuré a extender los pañuelos en los platos, para luego apagar las velas y hacer que todo el living quedara oscuro.

   —Pero, John... ¿y la... cena?

   —No importa —contesté, desabotonando mi camisa con rapidez. Sentí sus frías manos posarse en mi cintura, y sus labios sobre mi pectoral desnudo—. Ah... —gemí, mientras acariciaba su cabellera azabache.

   No podía verlo bien, pero pude apreciar su figura levantarse de la silla y acto seguido sus manos quitar mi camisa por completo. Luego de eso se apresuró en darme un grotesco beso en los labios, que hizo que mi piel se erizara por completo.

   —Espera un segundo —palpé su cuerpo, y cuando logré sostener la parte trasera de sus piernas, lo alcé.

   —¡John, no! —bramó. Pero ya era tarde: ya yo iba de camino a la recámara en medio de pasos torpes—. ¡Me vas a tumbar!

   —Agh, nalgón. Qué pesado eres.

   —¿Me estás diciendo 'gordo'? Porque de ser así puedes bajarme en este instante.

   Hice lo que me pidió cuando llegué a la recámara. Inmediatamente encendí la luz, lo acorralé en la pared, y besé sus labios con delicadeza, mientras iba desabotonando su camisa con cierta rapidez.

   —Ah, John —se lamió los labios al separarnos. Al instante terminó de quitarse la camisa y la aventó al suelo.

   Estiré mi mano hasta su cintura, y apreté un rollito de su abdomen. Paul emitió un pequeño quejido y golpeó mi mano.

   —¡Duele! —reclamó. Lo único que hice fue reírme—. ¡No, John! Me duele, en serio...

   —Yo puedo tocar lo mío cuando quiera, y tú dijiste que esos eran míos.

   —Bueno, sí, p-pero... ¡ahg, olvídalo!

   Volví a tomarlo de la cintura y lo apegué a mi cuerpo. Comencé a dejar sutiles besos por todo su cuello, haciendo que él soltara jadeos constantes mientras intentaba desabrocharse el pantalón.

   —Mhm, mierda —gruñó. Me separé de él, y fue hasta ese entonces que me di cuenta que su cinturón se había trabado—. Ya está —dijo, lanzándolo a un lado.

   Imité su acto con toda la destreza que pudiera ejercer en mis manos. Por suerte el mío no estaba atorado, así que en un abrir y cerrar de ojos la mayor parte de nuestra ropa yacía en el suelo.

   Paul rodeó mi cuello con sus brazos y me dio un grotesco beso en los labios, mientras daba pasos hacia al frente, obligándome a mí a darlos hacia atrás de una forma bastante graciosa.

   Logró aventarme a la cama de una forma poco tosca; al instante se posicionó a mí lado y se dedicó a besarme, al momento que deslizaba sus manos por mi pectoral hasta la entrepierna.

   —Ah —gruñí, cuando dio un ligero apretón. Mi intimidad se endureció al instante—. Mm...

   Di un giró rápido, logrando que mi cuerpo quedara sobre el suyo. Apoyé mis manos a su costado y comencé a repartir besos por sus labios; bajé a su mandíbula, cuello, clavículas, pectoral y poco a poco fui dejando un sutil rastro de saliva por su abdomen.

   —Mmhm —se mordió el labio inferior y me miró a los ojos—, John.

   Llevé mis manos a su cintura, tomé los bordes de su ropa interior y lo bajé con lentitud hasta lograr desprenderlo totalmente. Volví a inclinar mi cuerpo al suyo, y cuando sus labios estuvieron cerca de los míos, no dudé ni un segundo en besarlo. El roce de nuestras barbas, y de su intimidad con la mía me causaba un placentero escalofríos en todo el cuerpo.

Your Heart is all I have ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora