Capítulo 26. La última parada

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¿No es graciosa la vida?
En algún momento esperé que Logan y yo cambiaramos de lugar para que cada quien viera la perspectiva del otro.
Él vio la mía antes de morir durante meses y ahora era yo quién estaba en sus zapatos, soportando día con día el dolor de su partida y ahora el hospital, todo se veía como la mierda.
Seguramente yo estaba peor pero sólo veía mis brazos enyesados y mi pierna levantada.
Tenía vendas en la cabeza y seguro que mi cara era un cuadro con pintura lanzada por niños pequeños.
Mi conciencia iba y venía, un momento estaba en el bosque y al siguiente en el hospital.
Escuchaba voces pero cuando abría los ojos no había nadie.
Escuchaba lejanamente la voz de ¿Mis padres?
Creo que mamá estaba llorando.
—Lo... siento...
Mi voz salía rasposa.
—Oh cariño... No te disculpes por nada, todo estará bien—.
Si, mamá estaba ahí.
Dios, ¿Que había hecho? Me había destrozado a mí y al coche y ahora mis padres estaban sufriendo, quizás por ambos pero ¿En qué posición los había puesto? ¿Y mis hermanos? Seguro estaban asustados en casa.
¿Por qué no pensé en ellos antes? Pude hacer el viaje con mi mamá o con papá y todo estaría bien ahora.
Bueno el dolor de Logan seguiría ahí pero al menos no se sumaría también el dolor físico que sentía.
Todo iba y venía.
¿Qué era eso? ¿Estaba soñando?
No, era real.
Era un bosque pero... Oía las máquinas que tenía conectadas en mi habitación de hospital a lo lejos.
Seguro era un sueño.
Caminé a través de los árboles, sintiendo que conocía el lugar pero no podía orientarme por la falta de luz.
Sin embargo seguí avanzando hacia adelante.
Mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho.
Alguien gritaba.
¿Qué era eso?
Decía algo pero... ¿qué?
¿Paro?
¿Desalojar?
¿Parar qué?
Tenía un zumbido en el pecho pero le quité importancia, era un sueño muy raro.
Había algo después de esos árboles, lo presentía.
Así que avancé rápidamente, sabía que se me estaba acabando el tiempo. Si es que eso tenía sentido.
Más zumbidos, más gritos a la distancia.
Mi corazón se detuvo, literalmente, cuando atravesé los últimos árboles y llegué a un lugar que conocía a la perfección.
Esta era la última parada y lo supe... porque él estaba aquí, esperando por mi.

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