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POV. ABRAHAM

Después de una ducha muy larga decidí buscar a Eva. Cuando estaba a su  lado me sentía seguro.

No la encontré por ningún lugar de la casa e incluso le pregunté a Tyler si había estado con él. Al decirme que no la había visto me puse nervioso.

Cuando volví a la cocina vi que sobre la encimera no estaban las llaves de mi coche. Y sino recordaba mal, allí las había puesto la noche anterior. Desde el salón miré por la ventana y allí no estaba aparcado.

- Tyler - lo llamé desde la planta principal.- baja, corre.- al momento lo vi bajar en calzoncillos.

- ¿Qué pasa?

- Eva no está.

-¿Qué?

-Se ha ido con mi coche. Voy a ir a buscarla. Tú espera aquí y no abras la puerta a nadie que no sea ni yo ni Eva y si la cosa se pone fea, en ese armario tienes todo lo que te hace falta y una cosa más- le amenacé- como le pase algo a mi madre, eres hombre muerto.

- Tranquilo, hermano- dijo levantando las manos- conmigo está bien.

Cogí las llaves de la moto, que estaba guardada en el garaje, y al primer sitio que me dirigí fue al cementerio. Allí es donde siempre que le pasaba algo o solo quería desaparecer, iba. Era su lugar especial, y la entiendo por eso. Allí podía hacer retroceder el tiempo y volver al momento en el que era feliz de verdad y no tenía que preocuparse por nada ni por nadie. Era ella en su escencia más pura.

Al ver que no estaba allí mi coche me preocupé un poco más. No sabía donde había podido ir. Miré por los alrededores del instituto, de las casas de sus amigas, aunque estaba más que claro que no iba a estar allí. Después que Eva dejara a Zac todas había decidido alejarse de ella y dejarla como un bicho raro que no cumplía con lo que había querido su novio muerto y al que había dejado por un retrasado que solo le iba a hacer daño. Y la única verdad que había ahí es que ella había hecho lo que quería, respetó lo que quería Finch durante un tiempo, pero ella no quería realmente a Zac, este la trataba mal y no la respetaba. Así que ahí aparecí yo. Yo la amo de verdad y la respeto. Para mí, Eva, es el amor de mi vida.

Realmente no sé desde hace cuanto tiempo nos conocemos. Nuestra familia siempre han sido amigos. Nuestras madres eran amigas desde el instituto. Ellas se graduaron juntas, se casaron juntas y tuvieron a unos hijos, que criaron lo mejor que pudieron, juntas.

Mis primeros recuerdos con Eva son más o menos de cuando teníamos unos seis o siete años. Sino recuerdo mal, fueron las primeras vacaciones que pasamos juntos. Estábamos en la casa de campo de la familia James. Era una gran parcela rodeada de grandes álamos y nosotros jugábamos al escondite. Como era normal, ella sabía volver a casa desde cualquier punto de ese lugar tan grande, en cambio, yo no.

A Eva le había tocado esconderse y yo tenía que buscarla y haciendo un poco de trampa vi que había ido en dirección de los álamos. Así que cuando terminé de contar hasta cincuenta, fui en su búsqueda.

Me adentré entre los árboles y no la encontraba por ningún lado. Llegó un momento que estaba tan dentro, que no sabía como volver a la casa. Así que como todo un ser humano, me puse a llorar muerto de miedo.

Empecé a escuchar unas risas detrás de uno de esos enormes álamos y apareció Eva. Se estaba riendo de mí, pero me daba igual. Me lo merecía, había hecho trampas.

-¿ Qué le pasa al bebé?¿Está llorando?- dijo mientras reía.

- No estaba llorando de verdad- totalmente mentira- solo lo hacia de broma. Sabía que estabas ahí detrás.

- Mentira- dijo- te está creciendo la nariz- dijo mientras con su pequeño dedo indice. Y yo como un niño tan ingenuo toqué con mi mano, para ver si era verdad.

-¿Ves? Bebé, ¿vamos a casa? No quiero jugar más. Este juego me aburre mucho.- me dijo. Así que la seguí.

Esa misma noche estuve toda la noche pensando en ella. Nunca me había dado cuenta de que ella era la única que me trataba como un chico normal. A partir de ese verano mi relación con ella cambió de forma radical. Cada vez que le veía encontraba algo más que me gustaba de ella. Poco a poco fuimos creciendo y yo cada vez me quedaba más rato embobado mirando sus preciosos ojos. Eran y son tan mágicos que cada vez que los veo me trasportan a algún momento en el que era feliz junto a ella.

Ahora el único que no se iba de mi cabeza es aquel en el que los dos cuerpos se fusionaron. Y se convirtieron en uno. Aquel que solo había dos personas dispuestas a dejarlo todo por estar juntos. Dispuestos a luchar contra todo aquello que lo separe.

Nunca se lo dije a mi mariposa, pero ella era la única que había estado en mi corazón ya que ella era la dueña de él.

Cuando me mudé con mis padres y dejé de verla cada verano me hice un pacto a mi mismo. Realmente no era algo tan disparatado, era algo de lo más normal. Decidí que si un día la volvía ver y ella tenía pareja y esa no era yo. Si Eva era feliz con él, yo lo sería. No me enfadaría ni trataría de hacer algo para que saliera mal. Sino que me alegraría por ella. ¿Qué tipo de persona sería sino me alegraría por la felicidad de la chica que amo? Sería un monstro. Algo asqueroso y repulsivo.


The Eva's ProblemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora