Capitulo 9

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C. 9: Irrompible

Caminaba por las calles de Buenos Aires, respirando aire fresco, reflexionando. Este día no había empezado nada bien.

Primero, Gery me había dicho que estaría mucho más tranquila si dejara de juntarme con Violetta, lo que implicaba que debía apartarme de ella, lo que implicaba que yo sufriría más que nunca.

Pero el problema adicional, era que debía ver a Violetta todos los días en el Studio. Bueno, también a su novio "Leoncito". Diablos, cuanto odiaba a ese tipo, pero en especial la sensación que me daba cada vez que los veía.

-Espera, espera, espera, repetí lo que dijiste.-me dijo Francesca a través del teléfono.

-Ya te lo he dicho un millón de veces, Francesca. Gery me dijo que me apartara de Violetta para que ella se sintiera más tranquila...-repetí por millonésima vez.

-¡Eso es una locura! ¡No puede prohibirte que te juntes con Violetta! ¡Ella es tu amiga!-exclamó Francesca indignada.

-Lo sé, pero es mi novia, no podía discutir con ella.-repliqué-Además, tiene sus motivos. Es la tercera vez que intento algo con Violetta sabiendo que me rechazará. Si no me alejo de ella, acabaré perdiendo la cabeza.

-Ugh, odio que la llames tu "novia".-se quejó Francesca.

-Oh, vamos...

-¡Es en serio!-reprochó-¿Por qué no puede haber una chica buena, divertida, linda, que sea feliz contigo? ¿Por qué todas siempre te hacen daño?

-Es lo que yo me pregunto cada día de mi vida.-reí replicando.

-Bueno, Diego, me tengo que ir, mañana tengo una cita con Marco, chau.-se despidió Francesca.

-Vale, chau.

-¡No! Espera...-me detuvo.

-¿Sí?-pregunté intrigado.

-Eh...-vaciló después de una larga pausa-No nada, olvídalo. Buenas noches.

-Buenas noches.-sonreí, extrañado por la conducta de Francesca, parecía algo nerviosa.

Guardé mi celular, me acosté y miré hacia el techo. ¿Qué haría? Violetta, por más que tratara de ocultarlo, era parte de mi vida, y nada cambiaría eso. Pero tampoco quería molestar a Gery, no de nuevo.

Al día siguiente, en la clase de Gregorio, mi padre, no podía dejar de mirar a Violetta. Siempre iba hermosa, con su sonrisa resplandeciente de siempre.

-Bueno chicos, vamos a comenzar la clase.-determinó mi padre con su actitud de siempre-Hoy, vamos a comenzar a ensayar la coreografía de baile que utilizaremos en la muestra del Studio.

Gregorio comenzó a alinear a todos en parejas, pues un número de baile requería algunas parejas. Seleccionó a "los mejores" y los emparejó.

-Camila y León. Francesca y Maxi. Naty y Federico. Ludmila y Broduey...-decretó.

Yo no paraba de mirar a Violetta. El saber que no tenía permitido hablar o acercarme a ella me daba motivos para disfrutar el simplemente mirarla.

Al parecer, mi padre se dio cuenta, pues se acercó a mí y exclamó:

-Hijo,-me susurró-¿estás bien?

No contesté. Nada existía a mi alrededor, sólo admiraba la belleza de Violetta. Esa belleza incomparable que no cambiaría por nada del mundo.

-¡Diego!-gritó, algo molesto-Mira, si vas a estar embobado todo el día te emparejo con Violetta.

Reaccioné. ¿Qué él qué?

Novela Diego - Ser quien soyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora