Capitulo 26

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C. 26: Te amo

Violetta continúo besándome. Sentí que temblaba cada vez que la tomaba de la mano.

Me sentía extraño. Había una sensación en mí que rechazaba completamente ese beso, pero otra lo deseaba completamente. No era lo mismo. Cada vez que besaba a Violetta, podía sentir una magia increíble, una conexión entre nosotros que era irrompible...y esta vez nada. Me sentía vacío, como si besarla no fuera lo suficiente como para hacerme feliz.

Violetta se apartó de mí.

-P-perdonáme...-se disculpó-Ya sé que el hecho de que no seas novio de Francesca signifique que quieras estar conmigo, pero...

-Violetta, es obvio que quiero estar contigo.-sonreí nervioso.

Me miró a los ojos con una amplia sonrisa. Yo apenas asimilaba lo que estaba pasando, ¿acaso estábamos confirmando nuestra relación y yo

no podía parar de desconcentrarme?

-Te amo tanto, Diego.-me abrazó delicadamente.

La abracé de vuelta, acariciando su cabello.

-¿Entonces es oficial?-titubeó contenta-¿Estamos juntos?

-Así parece.-tomé su mano y le di un beso.

Violetta y yo caminamos juntos a casa. Todo era perfecto. Caminaba con el amor de mi vida, tomados de la mano, disfrutando de este momento magnífico.

Y yo...bueno me sentía terrible. Había algo. Algo que no me dejaba disfrutar ese momento por completo, y me dolía hacerle esto a Violetta. Ella no lo merecía.

-Y bueno princesa,-dije cuando llegamos a su casa-hemos llegado a su castillo.

-Gracias.-rió, y me dio un abrazo.

Al dejar a Violetta en su casa, fui directo a la mía. Aún seguía pensando en esa sensación extraña. Me pasaba algo.

Mientras cruzaba el parque, aún reflexionando sobre mis cosas, no pude evitar ver una figura bastante conocida sentada en una banca.

-¡Francesca!-la llamé.

Estaba muy emocionado por contarle todo acerca de Violetta y yo. Acerca de como ya éramos oficialmente novios y todo gracias a su apoyo.

Pero cuando me acerqué, noté que Francesca estaba llorando. Tenía un aspecto triste y sombrío, y cuando la llamé me ignoró completamente.

-Francesca...¿estás bien?-le pregunté.

Francesca se levantó de la banca y se alejó corriendo. Me desconcertó. ¿Qué le pasaba?

La seguí, pues no quería verla mal, pero ella seguía alejándose de mí.

-¡Francesca, espera!-grité una y otra vez.

-¡Dejáme en paz, Diego!-me respondió una vez por todas.

Me quedé ahí, perplejo ante su respuesta. ¿Qué le había hecho yo como para que reaccionara de esta manera?

En todo caso, sea lo que hubiera hecho, debía arreglar las cosas. No me podía permitir perderla por una tontería.

Antes de dormir, la llamé para hablar con ella. Me ignoró varias veces, pero finalmente atendió.

-¿Qué querés?-dijo secamente al levantar el teléfono.

-Necesito hablar contigo.-expliqué.

Francesca dio un profundo suspiro.

-No tenemos nada de que hablar.-respondió-Por lo menos yo no.

Novela Diego - Ser quien soyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora