Capitulo 3

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C. 3: Intenciones.
-¿Tú?-respondió ella también algo sorprendida-Vaya, parece que el destino nos encontremos en todos lados.

Se sacudió el polvo de la ropa.

-Sí, al parecer...-le sonreí-¿Estás bien? Te has caído muy violentamente.

-No te preocupes, es normal que sea así de torpe.-me tomó de la mano para levantarse-Por cierto, te vi con una chava de pelo negro por ahí, ¿es tu novia?

-¿Qué? Ah, te refieres a Francesca, no sólo somos amigos.-contesté, ayudándola a recoger los volantes del suelo.

-Ah, ¿y no tienes novia?-me sobresalté un poco al oír esto, ¿acaso estaba coqueteando conmigo?

-Eh, no, ¿por qué lo preguntas?-le entregué los volantes.

-P-por nada, yo, eh...me tengo que ir.-se excusó una vez más.

-Pero, ¡espera! ¿Me podrías decir tu nombre?-la detuve.

Ya iba bastante lejos, pero al parecer me escuchó, pues contestó:
-Gery.

Después de todo esto, me fui a casa.
"Gery." me repetía una y otra vez.

Mientras veía una película en la penumbra de mi departamento, sonó el teléfono, contesté.

-¿Aló?

-Hola, Diego.

Al escuchar la voz detrás del teléfono casi me atraganto con una palomita. Era Violetta.

-V-Violetta. Hola, ¿qué pasa?-dije algo nervioso.

-Bueno, Diego, creo que necesitamos hablar.-dijo ella algo seria.

-¿Hablar? ¿D-de qué?-pregunté nervioso.

-De nosotros...-me explicó-Mira, nos vemos mañana en el parque afuera del Studio, ¿sí?

-S-sí, pero...-Violetta colgó.

Algo preocupado, me recosté en mi cama y cerré los ojos. Quería olvidarme un poco del mundo.

A la mañana siguiente, me levanté y alisté, aún preocupado por lo que me tenía que decir Violetta. Jamás la había escuchado decir que debíamos hablar después de lo que ocurrió.

Las horas pasaron volando, y antes de que me diera cuenta, era hora de verme en el parque con Violetta. Decidí llevarle una rosa, en plan amistoso, claro.

Cuando llegué, me encontré con Violetta sentada en una banca en el parque. Tenía una sonrisa espléndida, que parecía deslumbrar todo el lugar.

-Hola.-le dije, extendiéndole la rosa.

-Hola.-dijo algo extrañada al ver la rosa, pero la aceptó de todos modos-¿Y esto?

-Una bonita flor, para una bonita flor.-bromeé.
Diablos, ¿desde cuándo soy tan cursi?

-Bueno, Diego, probablemente te estás preguntando porque te cité acá.-me dijo cambiando su sonrisa a una cara seria.

-S-sí.

-Mira, lo que pasa es que ayer estaba hablando con Francesca, y se le escapó decirme que vos...aún sentís algo por mí.-relató-Pero, eso no es cierto ¿verdad?

-P-por supuesto que no.-fue lo único que pude decir, no estaba dispuesto a confesar mi amor por ella ahí, tan de repente.

Violetta suspiró de alivio.

-Uff, me alegro. En serio me asusté que fuera cierto, porque, bueno, ahora estoy con León, ya lo sabés...-insinuó.

Me mataba por dentro no poder decirle la verdad, acerca de como cada parte de mi moría cada vez que la veía con ese tipo, y que yo no podía hacer nada al respecto. Sólo asentí.

-Bueno, entonces ¿todo aclarado?-me cuestionó.

-Sí, claro.-respondí, aguantando las lágrimas-¿Te acompaño a casa?

-Si quier...-dijo Violetta, hasta que alguien la interrumpió.

-¡Diego! ¡De nuevo estás aquí!-exclamó la mexicana emocionada.

-¿Gery?-pregunté yo, confundido.

Novela Diego - Ser quien soyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora