Capitulo 28

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C. 28: Secretamente amor
Vi como la amplia sonrisa de Francesca se transformaba en una mirada de angustia.

-¿Qué?-exclamó-¿E-es un chiste, no? En realidad no te mudarás...

-Ojalá fuera un chiste...-traté de hablar con el nudo en la garganta que tenía.

-P-pero...¿por qué?-Francesca sonaba preocupada-No entiendo...

-A mi padre le han ofrecido un trabajo como profesor de baile profesional allá, así que tendré que ir con él...-expliqué sin ninguna gana-Lo siento...

-¿Por cuanto tiempo?

-Por lo menos 3 años.-repliqué.

Francesca miraba hacia todos los lados, buscando una explicación a todo esto. Hasta qué finalmente, comenzó a llorar. Me abrazó con fuerzas.
No la culpaba, ni yo mismo lo asimilaba, todo era tan repentino.

Le acaricié el cabello, intentando calmarla.

-Esto no puede estar pasando...-manifestó.

-Ey, todo estará bien.-susurré.

-Lo sé. Pero aún así será muy difícil dejarte ir...-se apartó de mí.

-Mira, no es el fin del mundo. Quizá podamos continuar una relación a larga distancia y...-intenté decir.

-No.-negó con la cabeza-No quiero detenerte. Cuando vayas a Barcelona, iniciarás una nueva vida con tu padre, y no quiero ser un estorbo para vos. No quiero que te sientas atado a mí...

-Eso no pasará.-la tomé del rostro.

-Aun así...está lo de Violetta.-bajó la mirada.

-No me pasa nada con Violetta.

-Eso es lo que querés hacerte creer.-la voz de Francesca se entrecortó-Pero sé que en el fondo aún seguís enamorado de ella.

Me tomó de la mano y simuló una sonrisa.
-Debés hablar con ella.

-¿Y qué le diría?-pregunté confundido.

-Sólo decile la verdad. Creo que ella merece una explicación a tu repentina mudanza.-se encogió de hombros.

Asentí.

Francesca me dio un beso y contuvo algunas lágrimas. Pude notar ese brillo en sus ojos que cada vez se hacía más tenue, y más tenue.

Ambos salimos del cuartito, y yo me dirigí hacia donde estaba Violetta. Al verme, intentó escabullirse, pero la detuve antes de tiempo.

-Eh, hola Violetta.-balbuceé nerviosamente.

-H-hola.-sonrió forzadamente-Diego, ¿no será que podamos hablar luego ahora tengo que...

-No, no te preocupes. Sólo he venido a preguntarte si podía verte después...-expliqué.

Violetta se puso roja como tómate.

-¿Verme? ¿Qué querés decir con...verme?-interrogó.

-Sí, eh, tengo algo importante que decirte y me gustaría que fuera a solas.-asentí ligeramente-¿Se puede?

-C-claro. De hecho, yo también tengo algo que decirte...¿En dónde querés que nos veamos?

-¿Se puede en mi casa? ¿A las 8?-consulté tímidamente.

-Claro.-rió incómodamente.

-Vale, entonces te veo allá.-guiñé el ojo amistosamente.

Me di la vuelta y di un suspiro. Francesca tenía razón. Aún había algo en Violetta que me hacía quererla como siempre. Y aunque yo intentara, no me la podía sacar de la cabeza.

Novela Diego - Ser quien soyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora