Capítulo XXVI: Error

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__ ¡Helena, yo me quedaré en tu lugar! – dijo un preocupado Paris.

__ Hermana, no tienes que arriesgarte...

__ Por favor, yo he elegido esta batalla.

__ ¡Pero! – quiso decir algo.

__ Váyanse. – dijo imponente la joven de caballera rubia platinada.

__ Sé precavida, Helena. – le cogió Hefesto el hombro.

__ ¡No seguirán! – gritó Shun. - ¡Cadena de Andró...! – reparó en lo que estaba haciendo. – "Es cierto, esta es la armadura de virgo..." ¡TORMENTA NEBULAR! – se volteó rápidamente.

__ ¡REFLEJO DE FORMACIÓN ESTELAR! – devolvió el ataque Cratos lanzando a Shun por los aires.

__ ¡Cratos! – gritó molesta Helena. - ¡Váyanse!

Todos miraron, asintieron y se fueron con las mismas. Mientras el joven de cabellera verde oscura se levantaba.

__ ¡Esperen!

__ Tu batalla es conmigo. – se paró delante.

-

__ No voy a permitir que un ser como tú me supere. – se paró Kanon.

De su detrás sacó un objeto largo, al parecer conocido, Aquiles al verlo por completo sólo rio.

__ Es gracioso verte con un arma como esa, considerando que el Dios que engañaste poseía una. ¿Sigues siendo un marino, acaso?

__ Saca tu Sarisa.

__ Bien, cumpliré tu deseo de acompañar a tu hermano.

Ambos corrieron el uno hacia el otro, moviendo su arsenal de larga longitud con rapidez, chocándolas entre sí. Con mucha furia, un movimiento en vano podría atravesar la armadura. En uno de esos impactos, atravesó el corazón al caballero de géminis, quien cayó muerto al suelo.

-

__ ¿No piensas atacarme? Llevas un tiempo perdido en tus pensamientos... - lo miró a la defensiva Bía.

__ Esta guerra es un error y lo sabes. Tu Dios no es nuestro enemigo, pero parece todo un complot.

__ ¿Un complot?

__ Debemos detener esta masacre.

__ Yo sigo órdenes.

__ En el fondo no deseas que tu Dios tenga la victoria, no quieres ver a Atenea con él de regreso.

__ ¡Cállate! ¡CORONA SOLAR! – alrededor de Ikki aparecieron múltiples fantasmas idénticos a Bía, todas levantaron sus sais hacia el cielo; esto causo una llama a su alrededor con un cosmos abrasador.

__ ¿¡Crees que vas a hacerme daño con fuego!? ¿¡A mí, el fénix!?

Las llamas se disiparon, pero ella solo rio.

__ ¿Qué? – su cuerpo estaba completo de cortes. – "Fui incapaz de verla, su velocidad superó a la mía".

Tras su momento de sorpresa, ella aprovechó y apareció atrás de él para clavarle el sai en el hombro.

__ ¿Cómo vas a conjugar las habilidades de un ave con un gatito?

__ ¡De esta manera! – la empujó lejos.

Saint Seiya I. La Saga de HefestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora