Capítulo XXX: Voluntad de Fuego

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__ ¿Cómo van a hallar cuál es el verdadero yo?

__ ¡No puede ser posible, atacamos todas las sombras pero ninguna es él!

__ Así que tú eres la mismísima pareja de Aioria de Leo, oí que hizo el ridículo en el Hades, contra el alfeñique de Radamanthys.

__ ¡Aioria luchó hasta la muerte, igual que todos los demás caballeros dorados! – defendió Marín.

__ Sin embargo, esta anterior generación perdió contra unos caballeros de bronce que oscilaban entre los 13 y 14 años. ¿Tan débil era la armada de la Diosa Atenea? Apuesto que ella realmente necesita al Dios Hefesto de ahora en adelante. Ustedes han tenido muchas bajas, ¿por qué no razonan?

__ ¡Seguimos la autoridad solo de nuestra Diosa Atenea! No vamos a prestarla para ser la sumisa esposa de su Dios.

__ Ya veo, ¿eso piensan de él? – miró Pélope al cielo. – Ese hombre dedicó su entera vida en otras personas, entrenándolas para que mejoren. ¡Nosotros a diferencia de ustedes, quisimos hacernos fuertes por pura lealtad! ¡Aquí los únicos que tienen derecho a reclamar son los guerreros de bronce que pelearon en el Hades, ustedes son basura!

__ ¡Da la cara, cobarde! – gritó impotente Shaina.

__ ¡No, él está entre las sombras! Sólo que no somos capaces de ver su velocidad.

Todas las figuras empezaron a batallar en diferentes movimientos, mientras los caballeros de plata eran heridos.

__ ¡A MÍ COBRA!

__ ¡Marín! – la miró Makoto para transmitirle un mensaje.

__ ¡Entiendo!

La pelirroja corrió sobre el agachado joven y pisó su espalda para impulsarse en el aire. Esto llamó la atención del herrero, distrayéndolo.

__ ¡OJOS DE BUDA! (Su técnica consta en la comunicación sagrada que está simplificada en el símbolo del pez dorado –como de peces de colores- con el Budismo; esto hace que su nivel de cosmos se eleve al séptimo sentido y su próxima técnica sea tenaz)

Un poder circular de agua rodeó a Makoto, mientras sus ojos se iluminaron por el cosmos que emanaba, entonces fue capaz de ver la velocidad y movimientos de Pélope.

__ ¡Lo tengo! ¡DORADUS CELESTIAL!

El golpe cayó en el hombro del sorprendido Pélope, quien escupió sangre.

__ Muy inteligente, plateados. Pero no permitiré que este golpe me venza, no...

__ Su hombro es...

__ ¡Es de Marfil!

__ ¿Por qué...?

-

__ Tu devoción, Hari de Shakram, es tan intensa como la mía; y tu corazón parece ser noble como el de un guerrero digno. ¿Cómo llegaste a ser un aliado inamovible de Hefesto?

__ Actualmente su más antiguo compañero... desde que él era un niño nos hemos cuidado mutuamente. Aunque él fuese un Dios, siempre me trató como un igual, nunca me miró como menos y estuvo para mí y todos nosotros cuando más lo hemos necesitado...

Saint Seiya I. La Saga de HefestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora