Capítulo XXXI: Todos somos Humanos.

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Un brillo intenso, tal como la clara luz que entra a tus ojos al despertar de la mañana. Mi cuerpo... no siento mis sentidos... no siento nada. ¿Este es mi final?

__ ¡Hari, mira, he encontrado nuevos compañeros! ¡Él es Pirito; él Cratos; él es Lemnos; él Pélope!

__ Es increíble, mi señor.

__ ¡Ya te dije que no me llamaras así! Ay Hari... - dio un gran suspiro. – Como desearía que la gente ya no tuviera que sufrir, que todo fuera paz y felicidad. Pero, no existe un mundo perfecto, ¿verdad? Así luche para conseguirlo... ¿Qué puedo hacer yo por ellos, Hari?

Admiré aquella duda de sus ojos, esas puras intenciones. Pero, a pesar de la bondad que permanecía en su corazón, podía percibir una oscuridad dentro de él. Algo que, aunque haya compartido su lado tanto tiempo, no pude averiguar.

Otra noche, acampando todos, salí de mi tienda a sentarme en la fogata. Me sentí sorprendido cuando lo vi sentado mirando la llama, hipnotizado.

__ ¿Tampoco puedes dormir, Hari?

__ Ah... No.

__ ¿Acaso estás triste?

¿No serás tú el que está triste? ¿Realmente me preguntas a mí?

__ Simplemente no me apetece dormir.

__ ¡Ya veo! – sonrió. – Es tan bueno saber que estás bien.

En ese momento realmente deseaba preguntarle qué estaba pasando por su cabeza, qué podía tenerlo así. Pero me daba miedo la oscuridad de lo que pudiese tratarse, me daba miedo perder esa luz que tenía en él.

Sólo me senté a su lado, a acompañarlo en silencio. Yo desde ese momento, sería su fiel compañero, nunca dudaría de su palabra, nunca le preguntaría nada. Sólo sería así, su silencioso protector.

*levantándose del sueño*

__ ¿Por qué no cumplí mi misión con él? – lloraba Hari. - ¿Por qué no pude apoyarlo, por qué no pude llenar aquel lamento que lo envolvía?

De pronto levantó la mirada para encontrar al caballero de Libra tendido en el suelo.

__ ¡Shiryu! – se acercó arrastrándose como podía. - ¡Por favor, no mueras caballero!

Lo sacudió pero no reaccionaba.

__ "Está desmayado." ¡Te llevaré Shiryu, iremos juntos donde Atenea, donde Hefesto!, ¡Resiste por favor, vamos a detener esta masacre!

Hari de Shakram lo cargó con ayuda de su brazo derecho y con el izquierdo agarraba el suelo para tratar de avanzar.

-

__ Patético, ¿realmente necesitan dos para acabar conmigo?

__ Muy confiado estás, Kanon de Géminis. Aunque sabemos que no eres ni la sombra de tu hermano.

__ Tú... - contestó completamente irritado.

__ Y bien, Talon.

__ Y bien, Cerción.

__ Nos están esperando más adelante.

__ ¡Sí, el Dios del Fuego nos espera!

__ ¿Al menos puedo saber por qué razón intentarán matarme? Digo, me sorprende la audacia de ustedes, son completamente anormales.

Saint Seiya I. La Saga de HefestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora