Capítulo XIII: Proaulia.

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__ Hoy es el Proaulia, Atenea. Disfruta de este tiempo con quienes desees. Te escoltará Helena, ya que es un día de mujeres. Artemisa debería encontrarte en la cima de la colina. Respecto a nuestras semejantes, no sé si se presentarán.

__ Muchas gracias, Hefesto.

Saori marchó junto al caballero de Daga, ella sabía que tendría que prepararse mentalmente para ese gran cambio en su vida. El matrimonio había sido uno de sus sueños en cuanto era niña, sin embargo, pensó toda la vida que se casaría con un príncipe. Nunca imaginó que era una Diosa griega que enfrentaría guerras para salvar la humanidad. Cómo le gustaría que su abuelo estuviera a su lado, que la guiará y la aconsejara. Lo extrañaba muchísimo...

*flashback*

__ ¡Abuelo, abuelo! ¿Este vestido te agrada? ¿Crees que mi futuro esposo se encuentre en la reunión de mañana? – se le pararon los pelos de la cabeza a Mitsumasa Kido

__ Saori, ¿pero qué cosas dices? Tienes 8 años.

__ Pero oí a los empleados de la mansión hablando de compromiso, que me casaré con un magnate árabe o un multimillonario. – el anciano rio.

__ No querida Saori, tu destino es más prometedor que ese, ven siéntate, mira el cielo. – la niña se acomodó en su regazo. – En lo único que debes guiarte para seguir tu camino es en las estrellas.

__ ¿Las estrellas?

__ Sí, ellas te ayudarán, serán el hombro en que te apoyes, el bastón que necesitas para afrontar lo que te depare el futuro. Yo sé que serás una gran líder, mi pequeña y todas esas estrellas habrán de admirar tu fortaleza.

__ ¿No necesito a un hombre a mi lado? – el abuelo la miró con ternura.

__ Solo necesitarás dos cosas a tu lado. – Mitsumasa apuntó su dedo en dirección al pecho de la pequeña. – Tu corazón. – luego le acarició la cabeza. – Y tu mente.

*fin flashback*

-

__ Tiene que ser una broma. – pensó en voz alta Seiya. - ¿No estábamos en Japón? ¿Acaso me sacaron del país forzadamente?

__ Estás delirando, amigo mío. Nosotros tampoco sabemos qué ha sucedido. – contestó Hyoga.

__ Buenas noches, caballeros. – apareció un hombre castaño de ojos del mismo tono.

__ ¿Esa armadura no es...? – se intrigó Shiryu.

__ Soy Adolphe, de la constelación de Flecha. He venido por órdenes de su excelencia a guiarlos a la cámara del patriarca.

__ ¿Patriarca? – preguntó Pegaso.

__ Seguro es Kanon. Vamos Seiya, él te explicará algunas cosas, para que las entiendas mejor.

-

En las ruinas olvidadas del santuario de Atenea, se podía observar una joven desmayada. Haret de jirafa, estaba patrullando cuando la encontró.

__ ¿Señorita, está usted bien? – la movió levemente el niño. - ¿Cómo puedo ayudarla?

La cargó en su espalda, con un poco de esfuerzo y se la llevó.

-

__ Tendremos que pasar por las doce casas para llegar. – concluyó Jabú. – Quizá a lo mejor recuerdes algo.

Saint Seiya I. La Saga de HefestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora