Capítulo XXVII: Las Cadenas de Shun

112 11 1
                                    

__ El dragón, cuya voluntad es inoponible, amistad indudable y fuerza admirable. – expresó amablemente Hefesto. – Atenea me dejó muy buena imagen de ti.

__ Me halagas, a pesar de que no puedo permitírmelo.

__ Batalla de la fe de dos caballeros justos y de inmenso corazón, te lo dejo en tus manos, Hari de Shakram, puedes manejarlo.

__ Lo que usted ordene, mi señor.

Todos corrieron hacia la salida de la casa de Libra, hasta que fueron interrumpidos por una voz.

__ ¡Alto ahí! – exclamó. – No he dicho que podían retirarse.

__ Si te atacamos todos a la vez, serías destruido. – explicó Paris.

__ No importa si no es justa la batalla, mi orgullo no me permite dejaros ir. ¡LOS CIEN DRAGONES DE ROZAN!

Miles de Dragones salieron de las manos del dorado, haciendo volar a todos los herreros del fuego por los aires, a excepción del Dios quien lo pudo omitir gracias a su martillo divino.

-

__ ¿Por qué no simplemente te dejas vencer? No hay nada que puedas hacer contra mí, no con tus habilidades actuales. Con tu armadura de Andrómeda, al menos darías batalla, pero ahora sólo luces patético.

__ ... No me rendiré... - dijo Shun levantándose de los suelos. – Aun no he cumplido mi voluntad...

__ ¿Voluntad? – se cuestionó la hermosa joven.

__ Este mundo no está libre del mal... sigue desprotegido.

__ ¿Te preocupas por el futuro?, ¿aun cuando podría matarte ahora mismo? "Este hombre... su corazón es demasiado inocente."

 Muy bien, si tanto te preocupa tu preciada tierra, ¿por qué no me atacas en primer lugar?

__ Eres una chica...

__ ¿Y eso cuándo ha detenido a las personas en las guerras?

__ No puedo lastimarte, no porque seas débil sino que las mujeres no deberían ser tocadas.

__ Idiota. – se paró y le metió una patada al estómago. - ¿No deberían ser tocadas? ¿Y si yo te golpeo a ti, no vas a defenderte?

__ ¡Me defenderé sin lastimarte!

__ ¿Y si soy mala persona?, ¿si asesino gente?

__ Trataré de hacerte cambiar de idea... - se levantaba.

__ ¡Maldito ingenuo! ¡RAYOS GAMMA!

Helena se impulsó hacia atrás mientras saltaba y tiró muchas dagas que se convirtieron en rayos fucsia de cosmos que se dirigían directamente hacia su objetivo. 

__ ¡DEFENSA RODANTE!

__ ¡No va a funcionar!

Un alarido se escuchó mientras el joven era herido.

__ ¿Vas a seguir sin atacarme?

__ "Debe haber una manera de vencer... La armadura de virgo posee un poder cercano a lo sagrado, mientras que yo puedo controlar las cadenas físicas pero... ¿qué pasaría si trato de formar unas con mi propia energía, igual que guerreros del fuego?"

Saint Seiya I. La Saga de HefestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora