Capítulo XIV: La Oración de una Diosa- Seiya recupera su memoria.

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__ "Atenea, dame tu poder."

La Diosa escuchó esa voz, la reconocía, era Kiki y estaba pidiéndole ayuda. Ella corrió hacia la habitación de su prometido y tocó la puerta desesperadamente. Hefesto la abrió y se sorprendió de encontrarla angustiada.

__ Por favor, te pido que auxilies a mi caballero, yo no tengo poder que brindarle, no puedo iluminar su camino.

__ No te preocupes, sabes que estaré a tu lado y te apoyaré en lo que necesites.

Hefesto sonrió y colocó su mano encima de la de ella, pasando una energía que agitaba cada célula de su cuerpo. Saori miraba a los ojos de su prometido totalmente emocionada, aquel hombre transmitía mucha ternura y ganas de protegerla. Ella se arrodilló y una energía salió volando por la ventana, esto causó que se desmayara.

__ Atenea... - él la cargó, la observó y acarició su mejilla.

-

Kiki se concentró y casi al segundo de lanzar su ataque, una energía de poder divina se fundió con este. La esfera que contenía aquella fuerza empezó a rodear el lóbulo frontal del cerebro de Seiya lo que causó que este empezara a gritar de dolor.

__ ¡Seiya! – corrieron sus amigos a auxiliarlo.

El muchacho abrió los ojos, viendo borroso y después cayó inconsciente.

-

Todo estaba negro, se veía a él mismo, desnudo en su conciencia.

__ ¿Dónde estoy?

__ Seiya...

Él se volteó apresurado, pero no encontró nada.

__ Seiya... - la voz sonó por otro lado.

__ Saori, ¿eres tú?

Entonces todo se transformó en fuego, escuchaba unos susurros y quiso acercarse a conocer de quiénes eran. El castaño estaba como una tercera persona, como un espectador ante aquellas personas que hablaban delante de él.

__ Tu humano nos ha desafiado, no tiene derecho a vivir, es una amenaza.

__ No acabarán con Seiya ni ninguno de mis caballeros, no lo permitiré.

__ ¿Realmente puedes considerarte una Diosa, Atenea?

__ ¡Silencio!

__ Padre...

__ Sus guerras han agotado con mi paciencia, hija mía. Te has defendido ante los ataques pero has acabado con la vida de tus semejantes y eso es imperdonable.

__ No puedo justificar mis acciones, Dios Zeus. – se arrodilló Atenea, quien reconoció de inmediato era Saori.

__ Necesito que tomes una nueva vida y que se dejen de conflictos. Espero que se te quite lo valiente casándote, Atenea.

__ ¿Casarla? – Preguntó Apolo.- Ya veo. – dijo con una pequeña sonrisa malévola. – La Diosa virgen no ha tenido un hombre que la controle a su lado. Me parece que es momento...

__ ¿Tienes a alguien en especial para decidir, hija mía?

Seiya miraba desesperado la escena, como si el mundo se le cayera, estaba esperando esa respuesta.

Saint Seiya I. La Saga de HefestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora