VI: Guerra

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—¡Keyssi Alessian Walker!

Me detengo en medio del pasillo cuando escucho que me llaman por mi nombre completo. Nadie sabía mi nombre completo, solo Lucas, bueno hasta ahora, ya que lo ha gritado enfrente de todo el mundo. Me volteo lentamente y bajo los lentes de sol con cuidado para ver como Lucas viene hacia mí hecho una furia.

Noto la mirada de todos en mí y algunos se ríen mientras sacan su teléfono y me toman fotos. Molesta gracias al delato de Lucas, camino hasta mi casillero, abriéndolo para meter la peluca que tenía puesta y el gran suéter que me puse para ocultarme del ojo crítico de los estudiantes. Me dejé los lentes puestos y me puse la capucha de mi chaqueta para seguir caminando e ignorando todo lo que pasaba a mi alrededor.

—¡Oye! —habla Lucas nuevamente esta vez interceptándome en el camino—. ¿Qué demonios sucede contigo? Haces un show en mi casa, vomitas mi habitación y de paso huyes horas después con Darth Vader abandonándome por completo.

—Hola —es lo único que digo y Lucas me suelta.

—¿Hola?

Noto algo de lástima en su mirada. ¿Y quién no? He sido la burla de la escuela desde que desperté y llegué aquí, encontrándome con un vídeo de mí diciendo aquellas cosas que dije el sábado. No sabía quién había subido el vídeo, pero ya lo hicieron y ahora todo es una mierda, mi vida era una mierda.

Ahora soy la maldita loca de la fiesta que alucina cosas. Increíble.

—¿Estás bien?

Una risa brota de mis labios al escucharlo. Meto las manos en los bolsillos de la chaqueta y miro a mi alrededor.

—¿Bien? ¿Esto llamas bien? —señalo a todos riéndose.

—¿Por qué me hablas así? No fue mi culpa que bebieras como una idiota y después dijeras esas locuras.

—Nos cuidábamos siempre, Lucas. Pero fue más importante para ti tener sexo con la nueva que apoyarme y cuidarme.

—¡Por dios Keyssi! —frota sus manos en la cara y veo como su ceja izquierda tiene un tic—. No soy tu maldita niñera. No te mandé a que actuaras como una maniática.

Soy consciente del espectáculo que estábamos teniendo en medio del pasillo. Pero estaba molesta con él, tanto que ni me importa dar otra cosa de que hablar. Mi vida no podría complicarse más.

—No me crees, ¿verdad? —es lo único que logro pronunciar.

Lucas calla y es todo lo que necesito para darme cuenta de que no lo hace, de que no me cree. Me volteo ignorando sus llamados y decido ir al baño para lavar mi cara porque soy consciente del mar de lágrimas que empecé a derramar. Cuando entro veo a un par de chicas que me miran y se ríen para después salir.

Me acerco al lavamanos y abro el grifo para remojar mis manos y limpiar mi rostro. Noto mi reflejo y me deprime lo que veo: cabello despeinado, bolsas debajo de mis ojos, palidez. Estaba horrible.

Decido reprimir todos aquellos pensamientos y me designo a secar mi rostro. Hasta que lo siento...

Suelto un quejido al rozar mi cuello y me quito la chaqueta para bajar mi camisa y mirar la zona que arde. Era como tener un collar de perlas, pero esta vez no había perlas, si no líneas rojas que parecían enrollarse alrededor de mi cuello y estaban al rojo vivo. Rápidamente recuerdo mi tatuaje y volteo mi cuerpo para mirar en el espejo.

Estaba intacto. Las líneas no estaban sobre el tatuaje, estaban debajo.

—¿Pero qué demonios?

Me acerco más al espejo y cuando lo toco, este se agrieta y retrocedo. Miro la herida, luego la grieta. Toco nuevamente el espejo creando otra grieta y cuando coloco mi palma completamente, el espejo estalla en pedazos haciéndome retroceder del susto y cortando un poco la palma de mi mano. Meto la mano en el agua para evitar que siga saliendo mas sangre. Luego hago una venda improvisada y sigo mirando a mi alrededor.

EL CAÍDO (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora