XV: Empezó

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—¿Estás bien?

Creo que ya estaba odiando esa pregunta. Por supuesto que no estaba bien pero debía relajarme y mostrar mi mejor sonrisa. Dejo de mirar mis manos cuando Maalik se acerca y se sienta al extremo. Admitía que su presencia siempre me ponía nerviosa pero ahora era todo lo contrario, me sentía curiosa y extraña.

—No todo el tiempo descubres cosas así. Me siento como Bella cuando descubre que Edward es un vampiro.

Él frunce el ceño y me río de su desconcierto.

—¿Quién?

Bella, la de crepúsculo. Obvio.

—Keyssi, no creo que en el cielo hayan libros o películas sobre vampiros y si así fuera, no sería una opción de ver para mí.

—Llevas años en la tierra y no has visto crepúsculo. Pero si te la mantenías en bares y con mujeres.

De repente escucho su risa y lo miro de reojo. Maalik se ha colocado en el extremo del sillón y tiene una sonrisa en su rostro, una sonrisa que provoca algo en mí ya que casi no sonríe.

—Sabía que me espiabas y seguías, pero es gracioso que lo admitas.

—¿Te doy risa?

—No. Solo es interesante que sepas casi toda mi vida y que incluso pensabas que un misterio me rodeadaba, pero te veo desilusionada con el tema de ángeles.

—¿Qué quieres decir?

—Que este tema te sorprendió al principio pero no te asustó. Incluso, si te hubiera dicho que era un asesino a sangre fría no hubieras huido y es totalmente extraño. ¿Qué ocultas, Keyssi Walker?

La forma en que dijo mi nombre hizo que mi piel se erizara. Busqué a Samuel con la mirada pero él se hallaba en la cocina mirando algunas hojas y metido en su mundo. Maalik se acerca un poco más y muevo mis dedos. Tenía que cambiar el tema.

—¿Tengo que ocultar algo para verme interesante como tú?

—Ya eres interesante para mí.

Piensa algo bonito.

Piensa algo bonito.

Piensa algo bonito.

¿En qué momento Maalik se acercó tanto?

—¡Lo tengo! —dice Samuel llegando a nosotros—. ¿Interrumpo?

—Sí, largo.

—No, quédate

Samuel mira a cada uno cuando decimos respuestas diferentes. Agradecí en el alma que me hiciera caso y se quedara, intento ignorar duramente la mirada de Maalik.

—Sé dónde podría estar la caja fuerte. Siempre ha estado cerca.

Mierda.

—En su casa.

Samuel asiente en respuesta hacia Maalik. Ambos me observan y sé que debíamos ir hasta allá pero no sé si quiera entrar a mi casa. Maalik nota que no digo nada y cuando siento que dirá algo, me levanto para salir de su casa y miro se reojo que ellos me siguen en la calle.

Mis manos no dejaban de temblar a medida que veía como Samuel y Maalik me vigilaban desde unos metros. Encontré algo de valentía en mi interior y entré a mi casa para ir al despacho que usaba mi papá, no era precisamente mi lugar favorito.

La relación que había tenido con mis papás no fue precisamente la mejor y en realidad casi no recuerdo parte de mi niñez con ellos. Cuando ellos murieron, por un lado sentí un vacío pero por el otro una calma inigualable que no hallaba cómo explicar. No sabía cómo reaccionar a esas emociones pero siempre enfrente de los demás trataba de ser la niña que perdió a sus padres.

EL CAÍDO (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora