Arrepentimiento paternal

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Ximena  recorría el pasillo del área reservada como alma en pena, con la ropa aún teñida de su sangre, mientras aguardaba que la dejaran ver a Marc.

Ya no se le ocurría a quien preguntarle por él, de preferencia alguien a quien le importara realmente si él estaba aún en peligro de morir. Necesitaba desesperadamente saber cómo había resultado la cirugía, pero aquellas personas estaban todas muy ocupadas para preocuparse por la suerte de un asesino, que bien merecía ese castigo y más... ¡Si supieran!

De pronto se le vino a la cabeza una idea y armada con ella volvió a recepción.

Aquel sector tenía el dudoso calificativo de "reservado", no por su trato favorablemente especial, sino que estaba destinado a convictos y enfermos mentales peligrosos o molestos. Por allí los escándalos y el griterío eran pan de cada día.

- Señorita, ¿puedo hablar con el doctor que atendió a Marc?

- Lo dudo mucho... –la mujer alzó una ceja, ya no su mirada de los documentos que aparentaba leer

-Ya estaba en el quirófano cuando llegó un médico importante de una clínica privada... Dijo el cirujano de turno que el hombre es una eminencia, que prácticamente hizo un milagro y solo gracias a eso el paciente no murió.

¡Una eminencia! ¿Y había aparecido para atender a Marc? Sin mayores dudas, podía estar teniendo sus sospechas, sin peligro de equivocarse sobre la identidad de aquel médico importante.

En ese momento apareció desde uno de los vestidores del personal un hombre de unos sesenta y tantos años que pasó junto a ellas. Mientras la enfermera le decía algo, ella no pudo evitar notar que era una versión con más años y muchísimo más cinismo del propio Marc. Agrio.

- ¿Me escuchó?

- Perdón, ¿qué?

- Ese es el doctor que atendió al reo.

- ¡Señor Bartra!

El hombre se volvió al escuchar su apellido. De frente el parecido de Marc con él era total y dolorosamente evidente.

- Dígame.

- Entonces usted es el padre de Marc...

- Tuve un hijo, pero murió hace años.

- ¡¿Cómo puede decir eso?!

- Como que yo no puedo ser el padre de un criminal.

- Entonces, ¿para qué vino a salvar su vida? Aún más, alguien estaba informado para ponerlo sobre aviso ante alguna emergencia. Es absurdo.

Ximena estaba furiosa con ese hombre. Aunque probablemente debería agradecerle que Marc siguiera con vida, eso no lo exhoneraba de sus pecados.

¿Cómo podía ser tan inconsecuente  y frío con respecto a su propio hijo?

- Mire, señor Bartra, yo soy Ximena Santos, directora del recinto penal donde está recluido SU hijo, Marc... Sepa usted, aunque considero que no lo merece, que él es inocente de lo que se le acusa.

- ¿Sí? -el hombre la miraba de arriba abajo de forma despectiva y un tanto curiosa, como a un insecto molesto del que quería deshacerse- ¿Por qué yo supe que aceptó los cargos en la corte sin reclamar nada entonces? Eso no es propio de quien se sienta libre de culpas...

- ¡Que ciego y egoísta es! De verdad me sorprende que Marc y usted compartan genes... ¿Acaso no se lo imagina? Claro, usted se siente un dios todopoderoso, que todo lo sabe, pero no sabe nada de amor... Marc es inocente porque lo que hizo, lo hizo bajo amenaza de matar a la estúpida de su ex novia... o a usted, ¡viejo terco y amargado!

El cielo está en tus ojos Marc BartraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora