- ¿Tienes sueño, amor?Ximena, más que tener sueño, se sentía no solo como si un tren hubiera pasado por sobre ella, sino que hubiera ocurrido directamente un choque de potentes locomotoras justo sobre su cuerpo, una exquisita y placentera colisión, pero devastadora al fin.
No solo no había errado en su pronóstico de que Marc cumpliría a cabalidad con brindarle placer, se había quedado bastante corta en sus vaticinios, lo cual había comprobado con absoluta certeza luego de la tercera vez en que él se había repuesto a los pocos minutos tras cada ascenso a las más altas cimas del placer para reiniciar el exquisito proceso.
Aunque Marc no tenía la experiencia de un avezado amante, amén de su personalidad notablemente tranquila y su dedicación al estudio, sumado a que antes de no hacer nada con Monica apenas había compartido un par de camas como adolescente y luego había pasado seis años de abstinencia en la cárcel, aprendía rápido y tenía una creativa y bien encaminada imaginación.
Demasiado bien encaminada, tal vez, lo que generalmente agradecería, pero tras toda la tensión de la huida, el plan para desenmascarar a Ramos y varios magníficos orgasmos, agradecía seguir respirando.
- ¿Por qué lo preguntas, amor?
¿Quieres más...?
- ¡Por supuesto que quiero más! – al notar que Ximena lo miraba casi con espanto, se apresuró a aclarar lo que había dicho- Digo, es maravilloso tenerte en mis brazos, estar dentro de ti y sentir tus caricias, pero no es que quiera continuar con eso ahora mismo. Es...
- Dime, guapo.
- Entiendo que quieras dormir. Es tarde, ya casi amanece, pero, -él la miraba a los ojos con los suyos cargados de una mezcla indescriptible de emociones- tú, ¿me abrazarías? Tengo miedo...
- Amor, no debes preocuparte. Hemos dispuesto a un grupo de guardias en puntos específicos de los terrenos parroquiales. Ramos no podrá venir aquí.
- No le temo a Sergio.
- ¿Entonces?
- Me asusta despertar y que lo que hemos compartido hoy solo sea un sueño más.
- ¿Un sueño más? ¿Has soñado antes conmigo?
- Sí... -él se sonrojó y se ocultó entre su cuello y su hombro, apretándola contra su cuerpo, haciendo evidente que podría satisfacerla nuevamente, si ella así lo quería- ...constantemente.
- ¿Desde cuándo?
- Desde que te vi... tal vez incluso desde que te escuché.
- Pero yo me porté horrible contigo entonces, Marc.
- No lo hiciste por maldad.
- No es excusa.
- No pienses en eso, Xime. De verdad, ya no tiene importancia.
- Para mí la tiene. No hay un solo día en que no sienta remordimiento por haber sido cruel, mi amor. No lo merecías... ni aunque así hubiera sido. No tenía ningún derecho a tomarme la justicia en mis manos.
- ¿Y si yo te pidiera por favor que lo olvidaras? –con una suave caricia con su pulgar, barrió algunas lágrimas que brotaron de sus bellos ojos pardos- Lo que más quiero en la vida es verte feliz, Ximena. Si tú permites que esos recuerdos te atormenten en vez de dejarlos atrás, me duele aquí.
Con sus manos, sin dejar de mirarla, cogió las suyas y las puso sobre su pecho, donde su corazón latía fuerte a su contacto, aún pese a la profunda herida a pocos centímetros que estuvo a punto de quitárselo para siempre por protegerla.
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El cielo está en tus ojos Marc Bartra
Fiksi PenggemarLa mirada es la ventana del alma y lo que se puede ver es mucho dolor Nueva versión de Amor Cautivo