Luz, aire fresco, afeitarse y una rápida ducha fría. Nada podría volver a estar tan mal... Pero se equivocaba.
Luz porque tres semanas en oscuridad te aíslan del mundo te meten a una burbuja y te dejan abandonado en un rincón con escasa comida y una miserable ración de agua, con un calor sofocante pidiendo que alguien tenga compasión y se acuerden de que existes.
Necesitaba una ducha proveniente de una regadera, no de una manguera mientras estabas sujeto a una pared, cual mascota peligrosa para evitar escapar, necesitaba sentirse persona no objeto arrinconado, sucio y hambriento. No lo merecía.
Durante su aislamiento, Ximena había establecido que sólo parientes directos podrían visitar a los reos con cadena perpetua. Ni siquiera el padre Joseph pudo volver, ya que no era el sacerdote designado para aquel recinto penal, sin embargo los guardias le pasaban a escondidas las notas diarias del religioso.
Con eso sería suficiente por un tiempo, ¡y vaya que lograba su objetivo! Cada día de visita, Ximena se asomaba para ver como Marc siempre estaba solo, observando de lejos a los demás con sus familias y amigos en el otro patio. Mientras él era designado a trabajos de mantenimiento para evitar que estuviera ocioso.
Al principio se sentía muy satisfecha viendo que cuando se suscitaba alguna emergencia, él trataba de ayudar en la enfermería, pero siempre era rechazado gracias a sus dictámenes.
Y en el día a día, cada vez él iba recluyéndose más. Sólo cuando el horario lo determinaba, salía de su celda a sentarse por allí, sin hacer nada, mirando al suelo o al vacío. Poco a poco se puso pálido y comenzó a perder peso.Sus raciones de comida eran menores y tampoco le importaban. Cuando ella lo llamaba a inspección, ya no presentaba resistencia alguna, cumpliendo sus órdenes como un robot. Se limitaba a mirar al suelo y mantenerse callado por más vergüenza que sintiera.
Tampoco tenía ya esa fuerte chispa de vida en su mirada que había alcanzado a conocer. Realmente le había enseñado lo que era no tener vida, tal vez incluso prefiriera no continuar con la que estaba teniendo, sin embargo de alguna extraña forma parecía ser un hombre de fe, lo que no le permitía ni tan solo pensar en atentar contra esa vacía y solitaria existencia.Un día lo encontraron en el cuarto de mantenimiento dibujando por temor a que le prohibieran hacerlo en su propia celda. Ya no tenia paz.
Ximena había logrado completa y atisfactoriamente su objetivo, entonces, ¿por qué no lograba estar en paz? ¿Por qué soñaba cada noche con él y viéndolo sólo sentía ganas de llorar y de abrazarlo? ¡De abrazarlo, por Dios!
Algo andaba muy, muy mal. La embargaba una fuerte sensación de arrepentimiento que no lograba comprender. Otra vez pensaba en eso cuando sonó, estridente, la alarma de emergencia. Por la cantidad de llamadas, era un intento de fuga. Al salir de su oficina en el cuarto nivel pudo ver como el disparo alcanzaba al hombre que intentaba superar el muro posterior, haciéndolo caer de mala manera y de considerable altura. Era prácticamente imposible que hubiera sobrevivido, pero lo hizo. La ambulancia tardaría al menos treinta minutos en llegar y en ese lapso el hombre seguramente moriría.
- Señora, tengo una idea, pero requerirá de su autorización.
- Mientras esa idea no tenga que ver con Marc Bartra...
- Es que sí tiene que ver. Si él no atiende al herido, el hombre morirá de seguro.
- ¡No! Si no existe otra solución, no existe y punto. ¡Bartra no!
Mientras tanto, Mike ya había conducido a Marc por entre los muros corta fuegos de los bloques hasta la entrada posterior de la enfermería. Las herramientas eran pocas y muy rudimentarias para un caso tan grave, pero él sabía que podía hacerlo. Cuando llegó la ambulancia ya había estabilizado los signos vitales del herido y reparado como ningún otro podría haberlo hecho su malograda columna lo suficiente para darle más de una oportunidad. En otro lugar, en otro tiempo, estaba seguro que tras algunas horas habría podido dejarlo casi perfecto...
- ¡Gracias a Dios que tienen un enfermero tan brillante! Es increíble que alguien así trabaje en la cárcel, -el paramédico estaba más que sorprendido- si no hubiera intervenido mientras llegábamos, este hombre como mínimo no se hubiera podido volver a poner de pié en su vida...
- ¡Que suerte! ¿No? -Ximena miraba enojada a cada uno de los guardias- Ya me encargaré yo de felicitar a nuestro prodigioso "enfermero".
Terminado el papeleo, bajó a la celda de Marc. El permanecía tumbado, con un brazo ocultando sus hermosos ojos. No sabía si estaba despierto o dormido. Pese a que se veía bastante cansado, una sonrisa iluminaba su rostro, sintiendo por fin Marc algo de paz.
- No me importa cómo me castigue, -tras algunos minutos, él sintió que era observado y se levantó de la cama- pero dígame, por favor, si aquel hombre está bien.
- Sí, muy bien, considerando la gravedad de sus lesiones... Usted desobedeció una orden directa...
- Ya se lo dije, no me importa.¿Qué más me puede hacer?
- Pues debería importarle. Sabe que podría pasar una buena temporada en aislamiento...
- Me da igual Un mes, dos. Aunque usted no me crea, ni pretendo hacerla creer, esto no se trata de egoísmo o soberbia, se trata de vida.
- Podría castigarlo, Marc, pero no lo haré. - ¡Dios! Aquellos ojos fijos en los suyos, asombrados y tan... hermosos- Sin embargo el hecho de que haya salvado una vida no implica que usted no sea un criminal, así que ésta será la primera y última vez que actúe sin mi autorización.
- No puedo prometerle nada. A pesar de lo que cualquiera piense de mí, yo hice un juramento... El de velar por la vida y la salud de los demás, aún a costa de la mía.
Ximena no pudo evitar quedarse viéndolo a los ojos y notar que una vez más estaban llenos de vida y energía, mucho más que antes, incluso como renacido. Aunque no acababa de comprenderlo, eso que estaba sintiendo debía ser la esencia pura de la paz consigo misma y con el mundo.
- Desde hoy, señor Bartra, tiene permitido participar en cualquier urgencia médica que se produzca, eso sí, bajo vigilancia.
- ¡Gracias! -estaba tan sorprendido y contento, que sin pensarlo se abalanzó contra la reja, logrando cogerle una mano en gesto agradecido, tanto que Ximena creyó que de no haber estado aquella barrera, él la habría abrazado y ella... ¿Habría querido evitarlo?- No sabe cuánto se lo agradezco... Le aseguro que no se arrepentirá.
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El cielo está en tus ojos Marc Bartra
FanficLa mirada es la ventana del alma y lo que se puede ver es mucho dolor Nueva versión de Amor Cautivo